Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María
Datos
La Catedral Metropolitana de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos es una de las 49 Maravillas de la Ciudad de México. Se encuentra junto a la Plaza de la Constitución, en la Colonia Centro - Centro Histórico. La Catedral de México es la más representativa e importante del país y resume en sí misma todo el arte de la época colonial. Su historia comenzó siendo polémica, debido a que fue cimentada encima del Templo Mayor. Su construcción tardó casi tres siglos y tuvo varias etapas de construcción: la primera comenzó en 1524 con un pequeño templo que le serviría a Zumárraga para terminar la su primer obra en 1532; la segunda importante fue finalizada en 1667; y la última gran etapa culminó a finales de siglo XVIII. Sin embargo, a lo largo de los años, muchos arquitectos, ingenieros, escultores, pintores han hecho grandes aportaciones a lo largo del tiempo, de manera que en ella se compendian todos los estilos, desde las bóvedas ojivales de sus primeros tiempos, el severo herreriano de sus portadas del lado del norte, de las de la sala capitular y la sacristía, hasta el neoclásico de Ortiz de Castro y el Luis XVI de Tolsá, pasando por el barroco de las demás portadas y el churrigueresco coruscante del altar de los Reyes.[1] Es uno de los sitios más emblemáticos y uno de los templos más visitados en el país. No cabe duda que es una de las edificaciones más dignas de admirar, pues una visita no bastará para aprender y encontrar nuevas cosas que te sorprenderán tanto de su arquitectura, su arte o su historia.
Historia[editar | editar código]
Siglo XVI[editar | editar código]
Cuando Fray Juan de Zumárraga llegó a la Ciudad de México en 1528, como primer Obispo de la nueva diócesis, se encontró con un templo aún no terminado, que le iba a servir de catedral. Esta edificación que ocupaba una parte del recinto del Templo Mayor de Tenochtitlan, la había iniciado Hernán Cortés en 1524; éste aprovechó en ella materiales de los teocalis indígenas como consta en algunos elementos que aún se conservan. La construcción la terminó el propio Zumárraga en 1532. Esta primitiva fábrica que se levantaba en lo que hoy es el atrio, al frente del actual templo, orientada de este a oeste, sirvió originalmente a los franciscanos, pero luego la cedieron al claro secular.
A instancias del señor Montúfar, se logró finalmente el permiso para edificar la catedral definitiva, la que se pensó fuese de siete naves y con la puerta principal al Poniente. Lo costoso de la obra, el alterar la traza de la ciudad y lo falso del subsuelo hicieron modificar la primitiva concepción de la fábrica, por lo que se decidió que fuera ésta de tres naves con dos más de capillas y que la fachada viera al Sur; esto es, a la Plaza Mayor, quedando el templo orientado de sur al norte.
Aprobado el proyecto se iniciaron los trabajos de cimentación en 1562. Fue autor de la traza Claudio Arciniega, y del alzado, Juan Miguel de Agüero. En 1573 se comienza a desplazar el edificio, por lo que en este año se pone la segunda piedra, naturalmente sobre a cimentación que se había iniciado once años atrás. Es interesante notar el empeño que mostraron los virreyes en el proceso conducente a la terminación de la obra.
Con motivo del tercer Concilio Provincial Mexicano, convocado por Don Pedro Moya de Contreras en 1584, se le hicieron importantes y necesarias reformas al templo.[2]
Siglo XVII[editar | editar código]
Para 1615 quedaron concluidas las portadas del lado norte. De acuerdo con el gusto de la época se ve en ellas la austeridad típica del estilo herreriano, que vamos a encontrar, también, con mayor pureza en algunos elementos del interior. Sobrias pilastras pareadas de fustes estriados flanquean la entrada, que es un perfecto arco de punto medio. En el eje de las pilastras externas, sobre el entablamiento de triglifos y metopas con rosetones colocaron unos remates piramidales coronados por esferas. En el segundo cuerpo, que termina en frontón triangular, se abrió un óculo dentro de una molduración rectangular escolado por pilastras jónicas.
También durante ese año los muros exteriores se habían levantado, cuyos paños lisos, planos, únicamente se interrumpen por los claros de las ventanas que iluminan las capillas, mismas tan solo enmarcadas con una sencilla moldura. En 1623 se cerraron las bóvedas de la sacristía, aún góticas a base de nervaduras y terceletes que forman un complicado y hermoso dibujo.
Pareciera que gran ansiedad apuraba los deseos de ver terminado y en funciones el suntuoso templo, pues en 1626, se habilitó la sacristía para celebrar ahí los oficios divinos y se ordenó, no sin cierta premura, la demolición de la catedral vieja, con lo cual quedó completamente liberado el atrio de la nueva. Las obras avanzaban, aunque con cierta lentitud, ya que por estos años se cerraban las bóvedas de las dos primeras capillas del lado de la Epístola.
Duro golpe recibió la fábrica en 1629, pues la gran inundación que sufrió la ciudad de México, hizo que se suspendieran los trabajos y, como en otros muchos templos de la capital, las ceremonias del culto que, parece, se reanudaron muchos templos de la capital, las ceremonias del culto que, parece, se reanudaron en 1635. Las obras continuaron y en los cinco años siguientes se cerraron las bóvedas de la capilla de los Reyes y cinco más de las naves procesionales. Durante el gobierno del virrey Marqués de Villena (1640-1642) éste mandó a cubrir, provisionalmente, con una cubierta de madera, parte de la nave central, ampliando así el espacio disponible para los fieles, quienes en forma incómoda asistían a los oficios de la sacristía.[2]
En 1640 se decidió cubrir la nave con zaquizamí provisionalmente y trasladar el coro y el altar mayor a la nave. En efecto, para 1641 se cambió el Santísimo Sacramento al altar mayor a pesar de que todavía no se terminaba el ábside. Entre 1653 y 1655 se hicieron los trabajos necesarios para quitar el techo de madera y levantar las bóvedas, por lo cual se tuvo que cambiar nuevamente el altar mayor y el coro a la capilla del sagrario, el cual, a su vez, pasó al bautisterio. En el año de 1653 el duque de Alburquerque mandó hacer dos modelos del sagrario de ‘cuatro rostros cada uno’ a los escultores Pedro Ramírez y Miguel de Ena. Para la primera dedicación de la catedral en 1656, es plausible que ya estaba uno de estos modelos a modo de altar mayor en la nave porque durante la ceremonia allí se colocó el Santísimo Sacramento. Sin embargo, este sagrario era una obra de menores dimensiones y de carácter provisional hasta que se realizara el definitivo. La imagen de la Assunta formada en oro, engastada con piedras preciosas, como patrona de la catedral, se colocó en este altar mayor, en el lado derecho. Gregorio Martín Guijo (m. 1676) relataba que durante la procesión del día 19 de enero de 1656, en las festividades de la primera dedicación, ‘los congregantes de San Pedro, con estolas encarnadas encima de los sobrepellices llevaban las andas con la imagen de su patrón y la de la Asunción de la Virgen, titular de la catedral’. Es de suponer que se trataba de la Assunta de oro.[3]
En 1656, aún sin terminarse, se hizo la solemne dedicación del templo y diez años después, el 23 de junio, se celebraron en la catedral inconclusa las honras fúnebres del Rey Felipe IV. Las noticias de esta ceremonia las dejó consignadas Isidro de Sariñana en un precioso opúsculo, que ilustró mediante un grabado que nos muestra el interior con las rejas de sus capillas, su cúpula estrenada en 1664, soportada por los cuatro pilastrones con sus medias muestras estriadas, y sus ventanas todas de vitrales en dibujos geométricos con cristales que permitían la clara iluminación del interior.[2]
Para la década de 1560, bajo el gobierno de fray Alonso de Montúfar (1554-1572), se avanzó consistentemente en la conformación del ritual de la Catedral. Lo anterior fue posible en gran medida debido a que unos años atrás, en 1546, esta catedral se había convertido en metropolitana. Para entonces sus estatutos habían servido de base para la erección de las demás catedrales novohispanas. En vista de ello, su cabildo eclesiástico se preocupó porque la catedral sirviera de ejemplo, en materia de ritual y ceremonias, a todas las demás del reino. En ese momento el cabildo estaba conformado por 20 miembros que administraban una renta de 30 mil pesos de oro común.[4]
Con celeridad se continuaron los trabajos, pues, durante el gobierno del Marqués Mancera, se concluyó totalmente el interior, de 1664 a 1667, ya que el 22 de junio de ese año cerró la última bóveda. Terminada la fábrica interna, se pensó hacer la dedicación del templo, la segunda, que se llevó a cabo con la solemnidad requerida el 22 de diciembre de 1667.[2]
La construcción, que fue finalizada en 1667 en su mayor parte, dio lugar a una interesante polémica sobre el espacio idóneo para ubicar su altar mayor: en el crucero o en la cabecera. Finalmente, las autoridades eclesiásticas se inclinaron por el procedimiento tradicional, si bien, en lugar de retablo adosado al muro, se optó por un original tabernáculo eucarístico, que siguió la costumbre de algunas catedrales peninsulares construidas a partir del XVI, como la de Granada y la de Málaga. La opinión de dos importantes arquitectos cortesanos, activos en Madrid, como fueron el hermano Francisco Bautista y Sebastián de Herrera Barnuevo, resultaría determinante. El maestro Antonio Maldonado se encargaría de la construcción del tabernáculo, que resultó transformado en el siglo XVIII.[5]
Los trabajos continuaron en el exterior. Entre 1672 y 1689 se labraron y concluyeron las portadas de la fachada y las que dan al Oriente y Poniente. Las torres, cuyos cubos se integran enteramente al estilo sobrio de los muros, se fabrican también en el siglo XVII, así como el primer cuerpo de la del lado Oriente, que sirvió de modelo para la otra. Sus paños se clarean con cinco huecos por lado, haciendo un total de veinte campaniles, y en la parte superior del central se esculpieron escudos reales, mismos que fueron borrados a raíz de la Independencia.[2]
Siglo XVIII[editar | editar código]
Al finalizar el siglo XVIII la catedral no estaba aún terminada; se convocó entonces un concurso al que se presentaron tres proyectos, de Isidro Vicente de Balbás, Joaquín García de Torres y José Damián Ortiz de Castro; el de este último resultó seleccionado y fue el que, en forma genial, desplantó los segundos cuerpos de las torres, cuya estructura verdadera es octagonal, encerrada por cuatro pilastrones exteriores, con lo cual aligeró la construcción que en otra forma hubiera resultado muy pesada. Los remates, en una concepción muy original, son en forma de campana con una esfera que sirve de paena a una cruz.[2]
Siglo XIX[editar | editar código]
El altar mayor desapareció a mediados del siglo XIX, cuando el Cabíldo decidió sustituirlo por otro de estilo neoclásico. Se le encomendó la obra a Lorenzo de la Hidalga, quien lo comenzó en 1847 y lo terminó tres años después, el 15 de agosto de 1850.[2]
Siglo XX[editar | editar código]
Todo el conjunto del coro se incendió la noche del 17 de enero de 1967 y se destuyó parcialmente el Altar del Perdón, la sillería y órganos, dañó el facistol y acabó con los dos lienzos de Juan Correa; uno de ellos representaba el Cordero Místico ante el libro de los Siete Sellos, y el otro, una Guadalupana. [2]
El 11 de abril de 1989 el primer cuadro de la capital fue sorprendido por un aguacero mientras se dictaba una conferencia muy cerca del presbiterio de la Catedral Metropolitana. En aquella tarde la lluvia había ocasionado que el agua se filtrara a través de las bóvedas de las cinco naves que forman toda la estructura, ocasionando desperfectos importantes en las obras y los objetos de arte. El daño observado era severo, por lo que el edificio necesitaba una valoración urgente del estado en el que se encontraba.[6]
Las goteras se asomaban por muchas partes de la Catedral, pero no era de extrañarse, puesto que se trataba de una construcción con más de 400 años de existencia, y no era la primera ocasión que se presentaba este tipo de problema. Lo más preocupante vendría después, al encontrarse una grieta de tamaño considerable que no se había observado sino hasta ese momento, y que podía repercutir en la estabilidad de toda la estructura. Todo apuntaba a que esta había aparecido desde la penúltima temporada de lluvias; lo anterior hizo buscar las causas.[6]
Arquitectura[editar | editar código]
La primera Catedral[editar | editar código]
Debemos a Manuel Toussant una descripción de esa primera catedral, cuyo resumen es el siguiente: tenía planta basilical: tres naves con la central más elevada que las laterales. La puerta mayor se habría al Occidente, otra, la de los canónigos, al sur, y tal vez había una tercera que daba a la plazuela del Marqués. La fachada se ornamentaba con una portada clásica-renacentista, sobre la cual se abrían dos ventanas circulares y en medio de ellas una rectangular. En el interior, el templo tenía el artesonado de la nave central dorado, y la viguería de las laterales, pintada de amarillo. El coro, que como en la catedral de ahora cerraba la nave central, poseía una buena reja de madera y una sillería de cuarentiocho sitiales, más el del Arzobispo, así como un facistol de hierro forjado. El retablo mayor, obra de Andrés de la Concha, ofrecía seis pinturas de Simón Pereyns; en las naves había, asimismo, distribuidos otros retablos. La sacristía, decorada con pinturas murales guardaba excelentes ornamentos y vasos sagrados. Este templo, que desde un principio se consideró provisional, duró escasamente un siglo.[2]
En la obra de la Catedral nueva de México desde 1573 hasta 1615, se levantaron los muros perimetrales desde sus cimientos y "se cubrieron de bóvedas de lacería a todo resto de primor los vestíbulos o entradas que corresponden a las puertas colaterales de la Capilla Mayor, que llaman de los Reyes, la Sala Capitular y las cuatro primeras capillas, dos por cada banda". Esto es, que el espacio de la Sala Capitular de la Catedral de México fue uno de los primeros en acabarse con bóvedas de nervaduras.[7]
La segunda Catedral[editar | editar código]
Fachada[editar | editar código]
En los laterales del frente aparecen, en sus segundos cuerpos, y el los terceros de los costados, columnas salomónicas que tranquilamente tuercen sus fustes. Los nichos albergan esculturas y en las portadas del imafronte se colocaron excelentes bajorrelieves dentro de recuadros, cuya representación del central es la Asunción de la Virgen María, Titular de la Catedral, y en los laterales, respectivamente, la Nave de la Iglesia y la entrega de llaves por Nuestro Señor Jesucristo Príncipe de los Apóstoles.
Las ocho estatuas colocadas en cada una de las torres son, las del Poniente y dos del Oriente, de José Zacarías Cora y las restante de esta última, de Santiago Cristóbal de Sandoval, todas ellas basadas en dibujos de su maestro Manuel Tolsá, aquitecto y escultor valenciano a quien se deben los últimos toques para terminar la fábrica.[2]
El exterior[editar | editar código]
El interior[2][editar | editar código]
El majestuoso interior de la catedral se organiza en una nave central, dos procesionales y dos más de capillas que se abren a aquellas por nítidos arcos de medio punto, con rejas balaustres de madera, de las cuales dos son originales y las otras son copias recientes.
Las naves descansan sobre arcos también de medio punto, solemnemente se descargan en fuertes pilastrones con medias muestras adosadas, de fueste canalado, que se continúan en las roscas de los arcos. La nave central, más elevada que las laterales (lo que permitió abrir ventanas- se cubre mediante sus bóvedas vaídas. Las capillas son o fueron de crucería gótica ya que algunas sufrieron modificación.
De acuerdo con la tradición española, el coro cierra la nave central y ocupa dos secciones de ella. Lo limitan, en las naves laterales, unos muros recorridos por amplia y adornada cornisa con su respectiva balaustrada, las cuales se doblan en ángulos formando cuatro espaciosas tribunas sostenidas por cariátides entre vigorosas molduras y motivos vegetales de madera tallada y dorada. Sobre estos muros de colocaron los dos órganos. Al lado sur, el coro se cierra con el Altar del Perdón y al norte con la magnífica reja de tumbaga que, basada en un dibujo de Nicolás Rodríguez Juárez, mandó a hacer el Cabildo, en Macao, China. Fue estrenada el 10 de marzo de 1730.
La sacristía ocupa dos espacios iguales a los de las capillas. Fue terminada en 1623. Se abre a la nave lateral, en una de las portadas de la Catedral, la forma de un arco similar a la de las capillas, que encierra una portada de pilastras adosadas, frontón triangular y una austera ventana con una no menos austera reja de hierro forjado. Todo a base de línea ordenada con una excelente pulcritud. En el interior conserva sus cajoneras, un preciso Cristo de marfil y seis grandes lienzos, cuatro de Cristóbal de Villalpando y dos de Juan Correa. Los primeros, terminados en 1686, representan El Apoteosis de San Miguel, La Mujer Apocalíptica, La Iglesia Militante y La Iglesia Triunfante, y El Triunfo de la Eucarestía.
La sillería del coro, obra tallada en 1695 por Juan de Rojas, constaba de 103 sitiales, 59 altos y 34 bajos, sin embargo, cuatro de estos últimos fueron destruidos al poner en su lugar unas escaleras.
Para los magníficos y monumentales libros de coro, existe un extraordinario facistol que donó don Manuel Antonio Rojo del Río, arzobispo de Manila, que fue canónigo de esta Metropolitana. Lo mandó a hacer en 1762, pero por diversos motivos llegó a su lugar hasta 1770. Está tallado en maderas preciosas y contiene como adornos algunas figuras de marfil.
Cúpula[editar | editar código]
La cúpula actual tiene un tambor octagonal en el que se abran amplias ventanas y un casquete de ocho gajos.
José Zacarías Cora y Santiago Cristobal de Sandoval consintieron en modificar la linternilla de la cúpula durante el siglo XVIII, y posiblemente el casquete de ésta, con objeto de proporcionarla más con la altura de las torres; recorrió con balaustradas los muros y lugares que consideró convenientes; levantó un frontón semicircular al frente, en la sección que corresponde a la nave mayor y para darle aún más altura, colocó ahí el cubo del reloj al que coronó con las estatuas de la Fe, Esperanza y Caridad, logrando una admirable unidad con lo ya construido.
Fue decorada al temple por Rafael Ximeno y Planes 15 de agosto de 1810. Representaba la Asunción de la Virgen, y como en la arquitectura barroca europea, el pintor imaginó que la cúpula, limitada por una balaustrada, se abría al firmamento en el que grupos de ángeles y santos acompañaban a la Madre de Dios en su Gloriosa Asunción. Desafortunadamente esta pintura desapareció en el incendio de 1967 y ahora la cúpula ofrece una sencilla decoración.[2]
Retablo de los Reyes[editar | editar código]
El Retablo o Altar de los Reyes se inició en 1718 y concluyó en 1737. Fue tallado en madera por Jerónimo de Balbás y representa uno de los más notables ejemplos del barroco tardío. En él sobresalen sus columnas delgadas y doradas, esculturas de ángeles y santos, todo el mundo celestial imaginado por el ensamblador. Tiene 24 metros de altura, 13.75 metros de ancho y un desarrollo longitudinal de 21 metros. En 1967 sufrió uno de los mayores deterioros con el incendio en la Catedral, además del polvo y los estragos del tiempo. En los años 80 también se hicieron algunos trabajos de conservación, pero fueron insuficientes ante los daños causados por el fuego.[8] A lo largo de los años se han realizado varias labores de restauración para recuperar esta gran obra y poder apreciar sus elementos que la componen.
En todas las catedrales españolas la capilla mayor que ocupa generalmente el ábside (arco o bóveda) del templo ha sido dedicada al rey. El rey es patrono de la iglesia por concesión hecha por Su Santidad, de manera que se le debe un lugar preponderante para los días que asiste a las ceremonias que tienen lugar en el templo máximo. Por eso la capilla que ocupa el ábside de la Catedral de México se llamó de los Reyes. Esta capilla no estuvo, ni podía estarlo, limitada por una reja, como las de las otras capillas; su aspecto quedó visible y el gran altar que se construyó en su fondo fue observado, como hasta la fecha lo es, por todos los fieles y demás espectadores. Apenas una balaustrada de bronce con ángeles que tienen hacheros en sus manos limita el sagrado recinto. Por eso se le designó con el nombre de altar de los Reyes, en vez de capilla regia, que es su verdadero calificativo.[9]
Elementos Retablo de los Reyes[10]
1. Santa Margarita
Reina de Escocia, descendiente de los reyes de Inglaterra, nació en Hungría 1046, murió en Escocia 1093. Se casó en 1070 con Malcom III. Considerada modelo de madres cristianas y consuelo de sus súbditos. Canonizada en 1251, sus reliquias, fueron recogidas por los católicos en la Reforma y enviadas a Felipe II quien dispuso que se conservaran en una capilla de El Escorial.
2. Santa Helena
Emperatriz esposa de Constancio Cloro, uno de los césares del siglo III, quien la repudio. Al morir él, en 306 fue elegido Constantino, hijo suyo, el cual la llamó a la corte y le dio el título de Augusta. No es seguro que Helena haya abrazado el cristianismo antes que su hijo, que se convirtió en 311. En 325 Helena fue a Jerusalén y mandó construir varios templos. Se dedicó a obras de caridad, viviendo con las monjas. Se supone que encontró la Cruz de Jesucristo y por eso se la representa con ella. Murió en Roma de ochenta años, en 328. Su culto fue posterior, data del s. IX.
3. Santa Isabel de Hungría
1207 - 1231. Se casó de trece años con Luis de Turingia y se ocupó en obras pías; entró a la Tercera Orden y recibió del mismo San Francisco un manto de su uso, que guardó como reliquia. Al morir su marido, en una cruzada, en 1227, fue arrojada del palacio con sus tres hijos por su cuñado. Vivió tres años en una choza mendigando sustento. Restablecida a sus derechos su principal actividad fue caritativa. Canonizada en 1235.
4. Jesucristo
5. Santa Isabel de Portugal
Llamada en vida "la santa reina" y "la reina pacificadora". Nació en Barcelona o Zaragoza, en 1274. Hija de Pedro III de Aragón y de Constanza de Sicilia. Tuvo una esmerada educación; era virtuosa y bella. Se casó de doce años con Dionisio, rey de Portugal. Cuidó los bastardos de su marido como su propia madre. El reinado de Dionisio le debe todas sus obras sociales, artísticas, de política y otras. Se distinguió por su amor a Dios y a los pobres. Peregrinó a Compostela; perteneció a la Tercera Orden de San Francisco; vivió con las monjas clarisas de Coimbra, cuyo monasterio fundó; fue pacificadora en disputas entre reyes enemigos y en guerras y viajó para ello aun a costa de su salud. Murió en 1336.
6. Santa Cunegunda Emperatriz
Hija del 1° conde de Luxemburgo, esposa de San Enrique, duque de Baviera, sucesor de Otón III. Proclamada emperatriz en 1002. Su esposo murió en 1032, ella se fue al Convento Confugio, que había fundado; allí vivió quince años trabajando para sustentarse, murió en 1040. Fue enterrada junto a su marido en Bamberg, canonizada en 1200.
7. Santa Edita Princesa
Hija de Edgar, rey de Inglaterra. Nació en 962; Entró en la orden de San Benito, rehusó la dirección monasterios y la corona del reinado, al morir su hermano San Eduardo, asesinado por su madrastra en 978. Erigió una iglesia en honor de San Dionisio, ahí fue enterrada en 984. Célebre por sus milagros.
8. San Hermenegildo Mártir
Príncipe de los visigodos. Nació en 564 y pasó su infancia como arriano, pero después se convirtió al catolicismo. En guerra con su padre Leovigildo, fue degollado por orden de él en Tarragona, en 586. Se le atribuye la conversión de los visigodos de España. Su cabeza se guardo en El Escorial, por orden de Felipe II, otras reliquias se conservan en Ávila, Sevilla y Plascencia. Con su nombre se fundó una orden militar, instituida por Fernando VII para recompensar la constancia en las armas.
9. San Enrique Hijo de San Esteban
Rey de Hungría, Enrique, también llamado Emérico. Nació en 1007, desde su juventud ofreció su virginidad a Dios sin decirlo a su padre, quien lo casó, pero Enrique hizo trato con su esposa de vivir como hermanos. Fue muy piadoso; murió en 1032 y fue canonizado en 1084, haciéndose célebre por sus milagros.
10. Adoración de los reyes
11. San Eduardo Mártir
Rey de Inglaterra, Eduardo II (hermano de Santa Edita). Nació en 962 y sucedió a su padre en el trono en 975. Tres años más tarde fue asesinado por orden de su madrastra.
12. San Casimiro príncipe de Polonia
Gran duque de Lituania, hijo del rey de Polonia, Casimiro IV y de Isabel de Austria. 1458 - 1484. A los trece años un partido de Hungría le ofreció la corona de su pueblo, aceptó y se fue a pelear contra los turcos. Su padre lo persiguió, fue destronado y huyó a Polonia; pero cuando su hermano fue elegido rey de Bohemia, entró como heredero de Polonia. Se mantuvo soltero, fue justo, casto, piadoso y tuvo gran simpatía. Canonizado en 1522. Patrón de Polonia y Lituania y venerado en Bélgica y Nápoles como protector de la pureza en los afectos. Su imagen se representa con un lirio y una corona a sus pies, indica que renunció a luchar por la corona de Hungría, cuando el Papa apoyó al rey Matías.
13. San Luis Rey de Francia (Luis IX)
Nació en 1215 y estuvo bajo la regencia de su madre, doña Blanca de Castilla, hasta su mayoría de edad en 1236. Se casó con Margarita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza. Dio sabias leyes; se esforzó en arreglar discordias; muy piadoso y compasivo con los pobres; fundó hospitales; adquirió de los venecianos la corona de espinas de Jesucristo y junto con otras reliquias, guardó en la capilla que hizo en su palacio en París. Viajó a Tierra Santa y estuvo en las Cruzadas. De regreso a Francia favoreció a Roberto Sorbón, que fundó la Facultad de Teología, llamada La Sorbona. Regresó con los cruzados a África y murió en 1270; fue enterrado en San Dionisio de París y canonizado en 1297. Fue primo hermano de San Fernando.
14. San Fernando
Rey de Castilla y León. Hijo de Alfonso IX de León y su segunda esposa Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla. Nació en 1199 y murió en Sevilla en 1252. Casó en 1219 con Beatriz, hija de Felipe de Suabia, emperador de Alemania; inició la Catedral de Burgos; hizo una campaña contra los moros. Quedaron unidos los reinos de Castilla y León. Viudo de Beatriz, casó en 1237 con Juana de Ponthieu. Canonizado en 1671.
15. San José y el niño
16. Asunción de María
17. Santa Teresa de Ávila, Considerada la gran santa española
18. Monograma de Jesús
19. Monograma de María
20. Ángel con Iglesia
21. Padre de la iglesia
22. Ángel con fuente
23. Padre eterno
24. Ángel con pozo
25. Padre de la iglesia
26. Ángel con torre
27. San Pedro
28. San Pablo
El órgano[editar | editar código]
Los dos órganos de la Catedral se encuentran en los muros recorridos por cornisa amplia y adornada, los cuales limitan al coro del interior. Uno de ellos, el del lado poniente, es obra de José Nasarre. Fueron terminados en 1736 y sus cajas, hermosos ejemplos de tallas barrocas con esculturas de ángeles músicos, alcanzan la altura de los arcos y encierran el enflautado conteniendo más de tres mil quinientas voces, cada uno; también ocultan los fuelles que hacían sonar tan majestuosos instrumentos.[2]
Disposición[editar | editar código]
Campanas[editar | editar código]
- En los cuatro cuerpos de las torres se alojan treintainueve campanas, dos esquilones y cuatro esquilas, algunas fundidas especialmente para la catedral y otras traídas, por compra o donación, de algunos pueblos.
- La campana más antigua, llamada "Santa María de la Asunción", data de 1578.[2]
Obras Artísticas[editar | editar código]
En 1684 comenzó la ornamentación de la Sacristía con la construcción de una puerta para el ingreso hacia la nave de la iglesia, cubierta con cuarenta y seis títulos marianos. Siguió luego la obra de pintura desarrollada entre Cristóbal de Villalpando y Juan Correa entre 1685 y 1691. Al mismo tiempo, Manuel Velasco haría los marcos y talla que rodean al conjunto. El anclaje de estas grandes pinturas provocó una fuerte discusión en el seno del cabildo cuando el mayordomo, doctor Manuel de Escalante Colombres y Mendoza, acusó al deán Diego de Malpartida y Zenteno de haber "rasgado las paredes maestras de la sacristía mayor por muchas partes atormentándolas a golpe de picos y barrotes para romper socavones penetrantes en que embebieron todos los bancos de los tres colaterales".[7]
Equipo constructor[editar | editar código]
Otras observaciones[editar | editar código]
Notas[editar | editar código]
Referencias[editar | editar código]
Bibliografía[editar | editar código]
Enlaces externos[editar | editar código]
- ↑ Tomado de: http://www.catedralmetropolitanademexico.mx/apps/publications/info/?a=114&z=4.
- ↑ 2,00 2,01 2,02 2,03 2,04 2,05 2,06 2,07 2,08 2,09 2,10 2,11 2,12 2,13 Eugenio Noriega Robles, "La Catedral de México" en Artes de México, No. 182/183, 1975, pp. 29-33.
- ↑ Denise Fallena, "Entre destellos se desvanece una devoción: la imagen de oro de la Asunción, patrona de la catedral metropolitana de México" en Colonial Latin American Review, 28:3, 2019, pp. 312-335.
- ↑ José Gabino Castillo Flores y Ruth Yareth Reyes Acevedo, "Ritual y ceremonia en la catedral de México, 1560-1600" en Letras Históricas, Número 14, primavera-verano 2016, México, pp. 17-49.
- ↑ Francisco Javier Herrera García y José María Sánchez, "La polémica sobre la ubicación del altar mayor de la Catedral de México y la adopción del tabernáculo-ciprés exento" en Fronteras de la historia, Vol. 18-2, 2013, pp. 135-165.
- ↑ 6,0 6,1 S.A. Catedral Metropolitana. Hundimiento y rescate. México: UNAM, 2013.
- ↑ 7,0 7,1 Nelly Sigaut, "El arte en la Sacristía de la Catedral y la Sala Capitular" en Jaime Salcido y Romo (coord.), La Catedral de México, México: INAH-DGE Equilibrista-Fundación BBVA, 2014, pp. 225-236.
- ↑ Tomado de: https://www.jornada.com.mx/2005/09/14/index.php?section=cultura&article=a04n1cul.
- ↑ Tomado de: http://www.catedralmetropolitanademexico.mx/apps/publications/info/?a=47&z=8.
- ↑ Tomado de: http://www.iiarquitectos.com/2010/05/el-retablo-de-los-reyes.html.