Arcos del Acueducto Chapultepec
Datos
Los Arcos del Acueducto de Chapultepec son uno de los 49 Inmuebles demolidos más recordados de la Ciudad de México. Se encontraban en los límites de las Colonias Centro, Doctores, Juárez y Roma Norte. Estos arcos que encontramos cerca de la Estación Metro Sevilla es lo que queda del gran Acueducto de Chapultepec, que iniciaba en la Fuente de Belén, hoy reubicada en el paradero de la Estación Metro Chapultepec, y corría por la Avenida Chapultepec y Arcos de Belén, hasta llegar al cruce con la calle de Niño Perdido, actualmente Eje Central, donde hoy se encuentra la fuente de Salto del Agua. Los arcos surgieron como consecuencia de un acto de rebeldía del regidor Joseph Ángel de Cuevas y Aguirre, que desobedeció las órdenes del virrey, pues mandó a construir estos hermosos arcos en lugar de sólo reparar el existente Acueducto de Chapultepec, como se le había encomendado.[1]
Orígenes[editar | editar código]
Prehispánica[editar | editar código]
Desde su fundación, en 1325, la Ciudad de México no contaba con manantiales o pozos de agua dentro de su perímetro, por lo que el agua tenía que traerse de otros lugares del valle como Santa Fe y Chapultepec, para desembocar en fuentes públicas que abastecían de agua dulce a los habitantes de la ciudad.[2]
Aproximadamente en 1465, bajo el mando de Axayácatl, las necesidades de agua de los asentamientos aledaños obligaron a la construcción de un acueducto que conducía las aguas directamente de Chapultepec a gran parte de la Ciudad de México. La magna construcción fue encargada a Nezahualcóyotl. Durante muchos años, el Bosque de Chapultepec se convirtió en un importante sitio de esparcimiento para los monarcas mexicas, donde Nezahualcóyotl tenía una residencia de descanso, incluso mandó construir albercas privadas. En la actualidad, el Bosque de Chapultepec es uno de los parques urbanos más grandes del mundo.[3]
Colonial[editar | editar código]
Se tiene registro que en 1540 sobre las actuales avenidas Chapultepec y Arcos de Belén existía una zanja de tierra o barro que transportaba agua de las albercas a la zona de San Juan de Letrán y los barrios de San Pablo, donde en ese entonces era el límite sur de la ciudad.[2] El Acueducto de Chapultepec de este siglo XVI se ubicaba sobre la calzada que unía al bosque de este nombre con el barrio de San Pablo, y debe su existencia a la decisión y esfuerzo de los indios de la ciudad, quienes construyeron el primer ducto descubierto en las últimas décadas del siglo.[1]
Tiempo después se cambió esta acequia por una de piedra, esto lo menciona fray Agustín de Vetancourt en su Teatro Mexicano de 1635, al referirse sobre el manantial de Chapultepec: “en el cerro, media legua de la ciudad, está un manantial dentro de los jardines del palacio de los virreyes donde se hospedan antes del recibimiento público de sus venidas, cuyas aguas van por la tarjea de cal y canto, y beben de ellas la mitad de la ciudad”.[2]
En el año de 1670, los habitantes de la zona sur de la ciudad, la cual era abastecida por esta acequia, padecían por la falta de agua, por lo que en 1675 el Cabildo de la Ciudad de México mandó “reconstruir la atarjea de Chapultepec”, y en 1677 se terminaron las obras. Años más tarde se volvió a reparar el conducto, modernizándolo; la obra terminó en 1738 con “gran júbilo y regocijo” por parte del barrio de San Pablo.[2]
Tras casi veinte años esta “cañería” de Chapultepec, que era un conducto de agua a ras de suelo sobre la calle, quedó casi inservible, por lo que en 1757 comenzó su demolición y la construcción de una arquería que transportaría el vital líquido. Al igual que la acequia, el acueducto comenzaba en la “alberca chica” y atravesaba la Calzada de Belén. Asimismo, se hicieron obras en el estanque para elevar el nivel del agua y lograr un mayor flujo del líquido para abastecer la zona sur.[2]
Historia[editar | editar código]
Colonial[editar | editar código]
El acueducto de Chapultepec fue construido en el siglo XVIII y se concluyó en el periodo del virrey Antonio María de Bucareli, mas no bajo sus órdenes. Medía 3 mil 907 metros, construidos de piedra y ladrillo, estaba conformado por 904 arcos y corría desde las “Albercas de Chapultepec”, continuaba hasta la garita de Chapultepec donde se localizaba una primer fuente, y seguía hasta la Fuente de Salto del Agua, en la zona de San Juan de Letrán y San Pablo, esto con la nalidad de abastecer de agua a la zona sur de la gran ciudad, lo que hoy es apenas el sur de la colonia Centro y la colonia Doctores.[2]
El hallazgo, en el Archivo General de la Nación (AGNM), de una copia fiel de una real cédula, emitida en Aranjuez, el 13 de abril de 1761, nos permite afirmar que la arquería se hizo -contraviniendo órdenes superiores- en un acto de rebeldía del regidor Joseph Ángel de Cuevas y Aguirre, comisario de la reedificación de las arquerías de la ciudad, nombrado por el mismo virrey, conde de Revillagigedo, a la muerte de don Joseph Antonio Dávalos. Este regidor, desobedeciendo la disposición virreinal del 17 de marzo de 1755, según la cual sólo debía repararse la atarjea, mandó a reconstruirla sobre los arcos de medio punto. De tal manera que, cuando el Ayuntamiento se enteró, ya se habían edificado mil setenta y siete varas "en el método y forma de arquería". Esto es, aproximadamente cien arcos.[1]
Viendo que los ramales del acueducto que venimos estudiando beneficiaban principalmente al centro y parte norte de la ciudad, y que los barrios de San Juan y de San Pablo padecían escasez de agua potable, decidieron obtenerla de los manantiales de Chapultepec, mediante una atarjea, a flor de tierra, que propusieron construir sobre la calzada de San Juan (hoy avenidas Chapultepec y Arcos de Belén). Con este fin, acudieron al virrey Martín Enríquez, representados por los oficiales de república de México, Antonio Valeriano, gobernador, y los alcaldes Francisco de la Cruz y Martín Hernández. [1]
No sólo el acueducto de Chapultepec, (o de Belén como también se le conocía), iniciaba en las ya mencionadas “albercas de Chapultepec”, de igual forma lo hacía el acueducto Tlaxpana, diferenciándose porque éste último se abastecía de la “alberca” grande y el de Belén lo hacía de la chica, también conocida como “Baños de Moctezuma”, aunque en realidad no eran los baños de aquel tlatoani. Estas “albercas” recolectaban el agua de los manantiales que surgían del cerro, pues no había otro modo de surtir el líquido a la Ciudad de México. Según investigaciones arqueológicas, este sistema de recolección y abastecimiento de agua sirvió desde tiempos prehispánicos y siguieron funcionando hasta la época porriana.[2]
El acueducto de Chapultepec fue terminado entre el año de 1773, según Francisco Sedano, y el 1779, como constata la lápida epigráfica de la fuente de Salto del Agua,[1] durante la administración del virrey Antonio María de Bucareli y Ursúa, a quien también debemos el paseo que lleva su apellido, el tramo actual que se puede observar de la arquería es solo un pequeño pedazo de los casi cuatro kilómetros que comprendía el trazo original, que contaba con 904 arcos “de mampostería y ladrillo” desde Chapultepec hasta Salto del Agua. Si bien el acueducto con sus fuentes fue concluido en su totalidad el 20 de marzo de 1779, la arquería se construyó entre los años 1755 y 1760. Al parecer muchos de los arcos estaban numerados en sus claves, es decir, en la dovela o piedra central de la curvatura.[2]
Hay que reconocer que la hermosa danza que constituyó la arquería de Chapultepec, o de Belén, no hubiera existido de ser porque un funcionario de la ciudad ordenó construir arcos, en lugar de mandar que repararan el acueducto a flor de tierra, que había funcionado casi dos siglos, desobedeciendo las instrucciones que recibió del virrey.[1]
Decadencia y demolición
En 1806, el Acueducto de Belén tenía ramificaciones, que sumaban once mil cincuenta y nueve varas, y alimentaban a quinientas cinco fuentes particulares y a veinticinco públicas de la parte sur de la ciudad. La distribución era, en un principio, justa y equitativa y estaba controlada por un juez de agua que dependía del municipio. Pero después, las fuentes particulares pertenecían a los nobles, los conventos, los ricos, los comerciantes, las oficinas y los baños públicos; en cambio, la inmensa mayoría de la población se surtía en las fuentes públicas, y por ello el aguador o chochol practicaba uno de los oficios más lucrativos pues, en 1806, vendía cada cántaro de agua a un real.[1]
En las últimas décadas del siglo XVIII el caudal de la Aberca Chica, que alimentó esta red hidráulica, comenzó a disminuir rápidamente; al parecer por causa de un pozo que se perforó para buscar el tesoro de Moctezuma, entre 1772 y 1775. [1]
Siglo XIX[editar | editar código]
De manera que, a fines del siglo XIX, agotado de manantial, se dispuso, torpemente, demoler la arquería, privando a la ciudad de México de uno de sus monumentos de auténtico valor arquitectónico.[1]
Siglo XX[editar | editar código]
En 1919, las tres albercas de Chapultepec estaban secas, clausuradas y rodeando por rejas de hierro.[1]
Fuente de Belén[editar | editar código]
La fuente de Belén es una las 49 fuentes más bellas de la Ciudad de México, que se conectaba con los Arcos de Belén. Llevó agua a una zona que carecía de ella. El agua de esta fuente era la llamada “agua gorda”, denominada así por su alto contenido de minerales, por lo que no era apta para consumo humano, pero sí para otros usos como lavar ropa o trastes, aseo personal, limpieza de la casa e incluso para dar de beber a los animales. Tras casi dos siglos de encontrarse en ese sitio, soportando las inclemencias del tiempo y de la contaminación que desgastaron sus piedras, en los años 60, la fuente original de Salto del Agua fue removida y llevada a los jardines del Museo del Virreinato en Tepotzotlán; sin embargo, sigue al aire libre sin protección alguna de lluvia, sol o viento. En su lugar se colocó una réplica. [2]
Con el crecimiento de la ciudad, la introducción de ductos subterráneos y la modernización de las redes de distribución de agua, el acueducto dejó de funcionar en el siglo XIX. Para el siglo XX la arquería comenzó a demolerse por etapas, de los 904 arcos que conformaban la vía fluvial, tan solo quedan una veintena en medio del camellón de la avenida que le da su nombre. Un hermoso resquicio histórico que es alumbrado por las noches y que da a la ciudad un remanso de paz en medio del ajetreo diario de la metrópoli.[2]
Referencias[editar | editar código]
- ↑ 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 1,5 1,6 1,7 1,8 1,9 Raquel Pineda Mendoza, Origen, vida y muerte del acueducto de Santa Fe. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2000.
- ↑ 2,0 2,1 2,2 2,3 2,4 2,5 2,6 2,7 2,8 2,9 José Antonio Sandoval Escámez, "Lo que queda del antiguoAcueducto deChapultepec" en El Universal:https://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/11/14/lo-que-queda-del.
- ↑ Roberto Rodríguez Rebollo, "Esplendor y decadencia de la fuente de Belén" en El Excelsior: https://www.excelsior.com.mx/comunidad/esplendor-y-decadencia-de-la-fuente-de-belen/1372569.