Tianguis de antigüedades Portales
Datos
El Tianguis de antigüedades Portales es uno 49 Mercados y Tianguis con mayor número de visitantes de la Ciudad de México. Se encuentra dentro de la Colonia San Simón Ticumac, junto a la Colonia Portales Norte; de ahí que adoptara el nombre. Es el único tianguis de antigüedades en la ciudad que se pone todos los días, en un horario aproximado de entre las 11 am y las 4 pm. Aquí se encuentran, por ejemplo, maletas vintage con colores y diseños fuera de lo común, cofres, cuadros, esculturas, teléfonos antiguos, aparatos eléctricos de los 80’s y 90’s, libros de viejo, uno que otro mueble, una colección increíble de vinilos raros y no tan raros, mucha ropa y todo un ready made de objetos. Se convirtió en el favorito de muchas personalidades, como el mismo Carlos Monsiváis, quien asistía con frecuencia a comprar principalmente libros.[1]
Historia[editar | editar código]
Siglo XX[editar | editar código]
El mercado de antigüedades de Portales, alcaldía Benito Juárez, nació entre la década de 1940 y 1960, según diferentes testimonios,[2] en carritos de madera y poco a poco fue consolidándose hasta el momento actual, ahora se venden desde muebles hasta juguetes antiguos. Además de la posibilidad de encontrar objetos hermosos que ya no se hacen, el encanto de los tianguis o bazares de antigüedades está en la propia experiencia. Contrario a un objeto nuevo, cuyo valor es casi inamovible y rebasa al comprador común, el valor que se le da a un objeto usado tiene que ver con una relación más afectuosa con los objetos; con la historia, contexto, el estado emocional del momento.
Desde entonces, en la Portales diario se instala un conocido tianguis de chácharas, donde cada visita es la posibilidad de nuevos encuentros. A un par de cuadras se encuentra el Bazar Reto, una bodega grande, toda llena de antigüedades a la venta o a disposición del simple curioso. Al tianguis de la Portales uno va a chacharear. Sus objetos están casi todos restaurados, perfectamente maqueados. Algunos son extravagancias inesperadas –que sorprendentemente siempre hallan su lugar– o colecciones empedernidas, como la de cajas de cerillos que tienen ahorita. Estamos frente a cosas que revelan lógicas e ideas de otras épocas.[1]