Templo de Jesús María
El Templo de Jesús María se estableció sobre la calle que lleva el mismo nombre en el año de 1580. En lo que ahora es la Colonia Centro - Centro Histórico de la Alcaldía Cuauhtémoc. Este era parte del Convento que se edificó para la protección de las doncellas pobres, descendientes de los primeros conquistadores, que entraban a la vida religiosa. Luego de las leyes de Reforma el espacio fue dividido y vendido, razón por la cual este de éste gran convento sólo quedó el Templo.
Datos
Descripción[editar | editar código]
El Convento de Jesús María establecido en la calle del mismo nombre, en el año de 1580, fue una de las instituciones eclesiásticas más importantes de México. Su fundador, el presbítero Pedro Tomás Denia lo edificó con el apoyo del conquistador Gregorio Pesquera y de Pedro Moya de Contreras, arzobispo de México. La finalidad de este convento de monjas concepcionistas era recibir dentro de la vida religiosa a doncellas pobres y desvalidas y las descendientes de los primeros conquistadores y pobladores, que carecieran de dote.[1]
Historia[editar | editar código]
Época Colonial
El exconvento de Jesús María se fundó para dar amparo y protección a doncellas pobres descendientes de los conquistadores y primeros pobladores. El arzobispo Pedro Moya de Contreras autorizó la compra de unas casas situadas al poniente de la iglesia de la Santa Veracruz con el fin de adaptarlas a la vida monjil. Hechos los arreglos y conseguidos los permisos acostumbrados. Se realizó la fundación con diez religiosas del convento de la Concepción, quienes en 1580 se trasladaron al sitio elegido. Como la casa era pequeña y estaba en un lugar húmedo, y además fuera de la traza de la ciudad, las monjas pidieron cambiar de domicilio; lo lograron en 1582, al mudarse a las casas que adquirieron en la calle de Jesús María, donde permanecieron durante casi tres siglos.
Pedro Tomás Denia, uno de los promotores del convento, aseguró, mediante un viaje a España, la protección y el sostenimiento perpetuo de las religiosas. En el entonces convento de Jesús María vivía Micaela de los Angeles, hija ilegítima de Felipe ll, quien al enterarse de ello, no sólo acogió al monasterio en su real patronato, sino que destinó 30 000 ducados para la edificación del templo.
El 9 de mazo de 1597 se colocó la primera piedra; sin embargo, se tuvo que suspender la construcción por falta de fondos y mano de obra. A principios del siglo XVll, los donativos del rey hicieron posible la continuación de las obras. La iglesia era de una sola nave, con el presbiterio orientado hacia el norte y el coro al sur, dos puertas de entrada situadas al oriente y cubierta de madera. El templo se dedicó en julio de 1620 por orden del virrey de la Nueva España, Diego Fernán dez de Córdoba.
Después de la dedicación, se construyó la torre y se inició el adorno de la iglesia. Tuvo nueve retablos; el mayor fue costeado por el convento. Los fondos de la dotación real se agotaron y los otros ocho retablos se hicieron con fondos de particulares. El retablo mayor se restauró medio siglo después.
Las religiosas adquirieron propiedades urbanas para asegurar su alimentación con el producto de estas rentas. También compraron predios y casas colindantes al convento para ampliarlo y construir celdas particulares. A lo largo de dos siglos se construyó sin seguir un proyecto integral, lo que dio lugar a un conjunto heterogéneo.
A finales del siglo XVll el claustro principal estaba en muy mal estado y tuvo que repararse. Las obras consistieron en dos dormitorios, refectorio, contaduría, sacristía y sala de labor. Durante el siglo XVlll varios arquitectos contratados por las monjas participaron en el mantenimiento conventual.[2]
Siglo XIX
A principios del siglo XIX se modificaron las portadas, la cúpula, el coro, los retablos, el altar mayor y la decoración interior.
En 1856 la Ley Lerdo ordenó a las religiosas vender sus inmuebles. Los bienes del clero se nacionalizaron a partir del 12 de julio de 1859 y las monjas de Jesús María perdieron su casa el 1 3 de febrero de 1861 . Se reunieron con otras concepcionistas en el convento de Regina, donde permanecieron hasta su exclaustración definitiva, lo que sucedió el3 de marzo de 1863.
El 31 de mazo de ese mismo año, se lotificó el convento, el cual pasó a manos de la Comisión de Beneficencia Pública. Los lotes se fueron vendiendo poco a poco a particulares. El número uno, que correspondía al claustro principal, se adaptó como sala de espectáculos, para lo que se techó el patio con lámina sostenida por una estructura de acero.
Después se convirtió en el cine Progreso Mundial, en esa época se demolieron los cinco arcos de uno de los cuatro lados del claustro para colocar la pantalla. Para 1974 se habían retirado las butacas e instalaciones cinematográficas. Actualmente es un comercio.
Después de la Reforma, la iglesia estuvo cerrada mucho tiempo, entre otras cosas fue utilizada para archivo de la Secretaría de la Defensa y en 1960 se entregó en custodia a la curia.[2]
Siglo XX
El claustro fue adaptado para sala de cine. Desde fines del siglo pasado, el INAH realiza diversas obras de restauración a cargo del arquitecto Salvador Aceves.
Historia Eclesiástica[editar | editar código]
Arquitectura[editar | editar código]
En 1611, los avances de la construcción se vinieron abajo como consecuencia de un temblor. Gracias a que Felipe III otorgó una cuantiosa suma y encargó la obra de reconstrucción, en 1621 el templo fue abierto al culto. Éste fue decorado con bellos retablos barrocos; el del altar mayor, que atesoraba pinturas de Luis Juárez, fue sustituido en el siglo XIX por uno neoclásico, obra de Manuel Velázquez, di- rector de arquitectura de la Academia de San Carlos.
Sus portadas gemelas son de estilo neoclásico, atribuidas al arquitecto Manuel Tolsá. El templo es de una sola nave que remata en una cúpula de dimensiones modestas y es uno de los pocos que aún conserva la reja del coro alto. El interior está decorado con cuadros de corte academicista; destaca la obra principal “Jesús en medio de los doctores” realizado por el pintor Juan Cordero.[1]
Recorrido[editar | editar código]
La entrada a la iglesia es por la calle de Jesús María; el espacio que antecede a la fachada formaba el antiguo atrio o compás.
La iglesia actual corresponde a la del siglo XIX y que Velázquez construyó las portadas gemelas neoclásicas. Cada una consta de un par de columnas estriadas, se dice de las que tienen el cuerpo principal adornado con estrías, que franquean el vano (hueco) de la puerta y que a la vez sostienen un friso (cenefa adornada) y frontón semicircular (elemento que corona la puerta); en los extremos destacan hacheros, y al centro un relieve con el escudo nacional en su versión del águila frontal con ambas alas desplegadas. De la parte alta del escudo bajan guirnaldas de flores y sobre él rematan una esfera, pináculo (adorno con forma piramidal) y bola.
La presencia de dos entradas laterales a la nave es común en casi todas las iglesias monjiles, por ser el coro bajo zona de clausura restringida al uso de las religiosas. La única nave de la iglesia consta de siete tramos separados por medias muestras de columnas estriadas adosadas a los muros; dos de estos tramos corresponden al coro bajo. En la parte superior de los muros y en la bóveda aún se observan restos de la decoración interior en estuco dorado del siglo XlX. Del techo cuelgan nueve candiles de calamina.
La pintura mural de la bóveda y la cúpula, de tema mariano, son obra de Daniel del Valle y fueron retocadas por Montenegro. Los vitrales datan de principios de este siglo. El abanico del coro, único en su género, permitía que las religiosas participaran del culto sin ser vistas; está adornado por un pequeño óleo de la Virgen de Guadalupe; éste y otra pintura de la nave con el mismo tema, son de autores anónimos del siglo XVlll. Entre las esculturas destacan la Virgen del jilguero (actualmente en el altar mayor), un Ecce Homo --colocado a la izquierda o derecha del tramo que sigue al presbiterio- y un conjunto escultórico de la Santísima Trinidad, junto al muro que separa las dos entradas. Rafael Jimeno y Planes es el autor de los dos cuadros grandes del presbiterio que representan a San Cayetano y al Angel de la Guarda. Además ejecutó la pintura con la escena del Niño perdido y hallado en el templo, que más tarde fue sustituida por la que hoy vemos, de Juan Cordero.
Sobre la portada que da acceso a la sacristía del lado del evangelio, se conserva la tribuna, desde donde escuchaban misa las religiosas ancianas o enfermas. La sacristía era y sigue siendo para el uso de los capellanes encargados del culto. La escalera, situada a los pies de la iglesia, conduce al coro alto, donde se puede apreciar un órgano antiguo, y más arriba la torre y la cúpula peraltada.[2]
Referencias[editar | editar código]
- ↑ 1,0 1,1 Tomado de: Javier Villalobos Jaramillo. Los 100 Sitios y Monumentos más importantes del Centro Histórico de la Ciudad de México. En coordinación con la Delegación Cuauhtémoc y el Gobierno de la Ciudad de México.
- ↑ 2,0 2,1 2,2 Tomado de: Nuria Salazar de Garza. Templo y exconvento de Jesús María. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México: 1992.