Pirámide Ehécatl
La Pirámide Ehecatl se descubrió cuando se construyó el metro en la década de los sesentas. Este centro ceremonial que adoraba al dios del viento se convirtió en el atractivo principal del trasbordo entre las líneas 1 y 2 de la Estación Pino Suárez. Ubicada en la Colonia Centro Centro Histórico en la Alcaldía Cuauhtémoc. Este lugar es probablemente uno de las Zonas Arqueológicas más visitadas en toda la Ciudad de México debido a que se encuentra en el cruce de dos direcciones de una de las estaciones más utilizadas diariamente. La icónica forma de este templo es un símbolo de identidad para los habitantes de la ciudad que seguramente recordarán La pirámide del Metro.
Datos
Historia[editar | editar código]
Aunque el Instituto Nacional de Antropología e Historia no la considera una zona arqueológica debido a que no se encuentra registrada administrativamente con tal denominación, es una de las más conocidas por el público pese a su tamaño, se sitúa en un área de sólo 88 metros cuadrados y sus proporciones apenas alcanzan 10.7m x 7.6m x 3.7m.
En un esfuerzo conjunto, el Sistema de Transporte Colectivo-Metro y el Instituto Nacional de Antropología e Historia habilitaron un área dentro de la moderna instalación que tiene como principal atractivo el basamento.[1]
El adoratorio al dios mexica del viento, Ehécatl, formó parte de un extenso centro ceremonial localizado sobre la calle de José María Izazaga; constaba de un patio de grandes proporciones, escalinatas en tres de sus lados, varios adoratorios colocados al centro, celdas habitacionales conectadas entre sí por pasos exteriores, canales y muros, que constituían un corredor de acceso de la calzada de Iztapalapa hasta Tenochtitlan.
La mayor parte de las estructuras fueron afectadas durante la construcción del metro, que no podía detener el avance de sus obras en aras del desarrollo, sin embargo se pudo rescatar este monumento por su localización y estado de conservación que data del año 1400, también se encontraron algunas piezas depositadas en su interior como ofrendas.
Tal es el caso de la famosa figura conocida como “La monita”. Una extraña y rarísima escultura labrada y policromada en rojo y negro, que representa la figura de un mono (ozomatli) que porta la máscara bucal del dios del viento Ehécatl, además de dos serpientes: una enroscada en su base y otra que se convierte en la cola del primate.
La Dirección de Estudios Arqueológicos tiene en sus archivos no sólo el proceso de rescate y excavación que comenzó en 1967 a cargo del arqueólogo catalán Jordi Gussinyer, sino que también posee una historiografía de cada elemento encontrado en toda el área y su ubicación geográfica exacta durante las obras de construcción del Metro.
Una de las características del templo, es que cuenta con cuatro etapas o periodos de construcción estructural, similares a los del Templo Mayor y cuenta con una base circular que sirvió como pedestal para colocar la representación de la deidad en su parte superior.[2]
En Abril del año 2009 la pirámide entro a un proceso de restauración con el objeto de rescatar y asegurar la permanencia de la única estructura prehispánica bajo resguardo del Sistema de Transporte Colectivo Metro, institución que alcanzó un convenio de colaboración con el INAH a través de su Dirección de Estudios Arqueológicos.
Raúl Arana Álvarez, arqueólogo adscrito al INAH, responsable de los trabajos de intervención, también formó parte del equipo que realizó el hallazgo entre 1968 y 1970. El mantenimiento que recibio la pirámide del Metro, consiste en una labor de limpieza general, restauración y sustitución de estucos, consolidación de la estructura y finalmente se recubrirá con cal natural para hacer las funciones de impermeabilización.[2]
Mito del Dios del Viento
Es una de las manifestaciones de Quetzalcóatl como deidad del viento. Se le representa por medio de una imagen humana masculina, con máscara roja de ave con pico sobresaliente, ocasionalmente con colmillos y barba escasa.
Una de las misiones encomendadas a este dios, fue ser precursor de la lluvia. Su imponente soplo barría los cielos, los campos y los caminos, dejándolos listos para recibir el beneficio de la lluvia y por consecuencia, la fertilidad de la tierra. Cuando el Dios hacía sentir su presencia, provocaba fuertes vientos que causaban temor en las casas, en los bosques y en la selva, a la vez que derribaba árboles y causaba grandes tolvaneras.
La presencia de Ehécatl en el panteón de deidades mexicas, se debe a los dioses creadores; Ometecuhtli (Señor Dos) y Omecíhuatl (Señora Dos), quienes procrearon cuatro hijos: Tezcatlipoca rojo, Tezcatlipoca negro, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli, con sus respectivas advocaciones, además de otros dioses como Tláloc, Mictlantecuhtli, Xiuhtecuhtli, Mayahuel y Macuixóchitl.
Como advocación de Quetzalcóatl, se le hacía fiesta en la veintena Etzalcualiztli. Ésta era presidida por sacerdotes y devotos a quienes se les llamaba quequetzalcoa, que se distinguían por llevar consigo adornos de la deidad.
En otras regiones de Mesoamérica y aún entre algunos grupos étnicos actuales, a esta deidad se le conoce como Kukulkán entre los mayas; Cuchulchan, entre los tzeltales en Chiapas; Gucumatz, entre los quichés y cakchiqueles de Guatemala.[3]
Templos dedicados a Ehécatl[editar | editar código]
Diversas fuentes del siglo XVI hacen referencia a los templos dedicados al Dios del viento y de sus atributos. Cronistas como Fray Diego Durán y Fray Juan de Torquemada, lo describen como un basamento alto que servía de base a un edificio redondo. La entrada al templo, era en forma de las fauces de una serpiente.
En diversas partes de Mesoamérica, se han localizado templos dedicados al Dios del viento. En su mayoría, son de planta mixta compuestos por un basamento rectangular y un adosamiento circular en su parte posterior. Para el caso de los mexicas se han hallado cinco templos y un altar: uno en Malinalco con su acceso en forma de boca de serpiente, dos en Tlatelolco, dos en Tenochtitlan y un adoratorio en el Metro Pino Suárez. Cabe señalar que tanto los templos de Tlatelolco como los de Tenochtitlan están ocupando lugares similares dentro del recinto ceremonial de cada una de estas ciudades. En su mayoría, los edificios están orientados con su fachada principal viendo hacia el oriente.
Por lo general, aparecen orientados hacia el este, por donde sale el sol, esto seguramente se debe a que en el relato del mito del nacimiento del Quinto Sol en Teotihuacán, los dioses se preguntaron por dónde saldría el astro después del sacrificio de Nanahuatzin, quien se convierte en sol. Entre las deidades que atinan a que esto va a ocurrir por el rumbo oriental del universo están Xipe y Ehécatl.[3][3]
Anécdotas Geniales[editar | editar código]
Símbolo de la Estación de Metro Pino Suárez
El nombre de esta estación fue un homenaje al vicepresidente de México asesinado el 22 de febrero de 1913 junto al presidente Francisco I. Madero. José María Pino Suárez nació en Tenosique, Tabasco, en 1869. Miembro de una prominente familia yucateca, estudió jurisprudencia en Mérida y pronto se convirtió en un abogado y hombre de negocios reconocido. En la península conoció a Madero y se unió al Partido Antirreeleccionista. Contendió por la gubernatura de Yucatán, pero la maquinaria política del Porfiriato impidió su victoria. Con el triunfo de la revolución maderista, volvió a contender por la gubernatura y la ganó en 1911. Ese mismo año pidió licencia y viajó a Ciudad de México para asumir el cargo de vicepresidente, el cual desempeñó hasta antes de su asesinato.
Sin embargo el símbolo de esta estación no es la efigie de este hombre como sí sucede en otras estaciones de Metro con nombres de personajes históricos, pues debido un descubrimiento que se dio durante la planificación y construcción de dicha obra de transporte entre 1967 y 1970, se decidió que ese sería la iconografía de la estación. Este hallazgo fue la llamada pirámide de Ehécatl, el dios mexica del viento. Este adoratorio formó parte de la vasta zona ceremonial que se erigió en la antigua Tenochtitlan. [1]
¡La pirámide más pequeña con más visitantes al año!
La pirámide de Ehécatl, “la zona arqueológica” más pequeña de México, ubicada en la estación del Metro Pino Suárez de la Ciudad de México, puede ser admirada en un año por 54 millones de personas, cifra 21 veces superior al sitio de Teotihuacan, que acoge en el mismo periodo a poco más de 2.5 millones de visitantes.[2]
Referencias[editar | editar código]
- ↑ 1,0 1,1 Tomado de: https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/cual-es-la-zona-arqueologica-mas-pequena-de-mexico Fecha de consulta 22/05/2020
- ↑ 2,0 2,1 2,2 Tomado de: https://inah.gob.mx/boletines/2051-piramide-de-ehecatl Fecha de consulta 22/05/2020
- ↑ 3,0 3,1 3,2 Tomado de: https://www.metro.cdmx.gob.mx/piramide-de-ehecatl Fecha de consulta: 22/05/2020