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La Colonia San Francisco Culhuacán Barrio de San Francisco se encuentra ubicada al oriente de la Alcaldía Coyoacán y al poniente del cerro de La Estrella. Es uno de los once barrios de Culhuacán, que fue el refugio de la cultura tolteca y cuyo nombre significa “el lugar donde tienen abuelos” o “el lugar de los ancestros”. La fiesta más importante en Culhuacán se lleva a cabo el Barrio de San Francisco: la de la Santísima Trinidad, en la que se rinde culto al Señor del Calvario, entre mayo y junio con la participación de los 11 barrios, y es una de las 49 Desfiles, peregrinaciones, procesiones o actos más tradicionales de la Ciudad de México.

Historia

Prehispánica

Fundación del señorío de Culhuacán

Los chichimecas culhuaque llegaron a establecerse en área de lo que hoy es el pueblo de San Francisco Culhuacán, “unidos pero no mezclados con el sobreviviente asentamiento teotihuacano, hasta que este fue sometido por los chichimeca culhuaque”. Con la unión de ambos grupos se fundó en año 715 el tlahtocáyotl (señorío) en Culhuacán, teniendo por primer gobernante a Tepilitzin Nauyotzin y como pueblos subordinados a Xuchimilco, Cuitláhuac, Mízquic, Cuyohuacan, Ocuilan y Malninalco.[1]

Durante el siglo IX el linaje de Quetzlacoatl refugiado en señoríos como Culhuacán y Azcapotzalco fundan en el actual estado de Hidalgo la ciudad Tula Xicocotitlan, a partir de una alianza celebrada con grupos chichimecas. Con este suceso, puede verse a Culhuacán desempeñarse como una especie de bisagra, un puente conector de la cultura tolteca entre la ciudad de Teotihuacán y la ciudad de Tula Xicocotitlán. En el año 856 la influencia política y territorial de Culhuacán aumentó fuera de la cuenca de México con el acuerdo político que estableció con los señoríos de Tula y Otompan al integrar una primera Triple Alianza que le otorgó estabilidad política y beneficios comerciales a los tres señoríos participantes.[1]

Alva Ixtlixochitl señala que los chichimecas de Xolotl, encabezados por el príncipe Nopalitzin, acudieron a Culhuacán en fechas cercanas a la muerte de su padre Xolotl, con el propósito de solicitar algún tipo de reconocimiento para su progenitor como señor y monarca de las tierras que ocupaba en el Valle de México. Ante la negativa, Nopalitzin regresó a Culhuacán con el objetivo de someter al señorío, logrando matar a su tecutli durante la primera mitad del siglo XIII, y tomar por esposa a Azcatlxochitl, hija de príncipe tolteca Pochotol, habitante de Culhuacán y descendiente de Topilitzin, último rey de Tula Xicocotitlán, teniendo tres hijos. En este suceso, se puede ver la importancia de Culhuacán para la época, como bastión tolteca, como el sitio con el cual los grupos que arribaron al valle de México buscaron emparentar para legitimar sus pretensiones señoriales. Siendo a través de la influencia culhuacana que los chichimecas aprenden el náhuatl y lo imponen en su nación, usándose durante el posclásico tardío la denominación de culhua para hacer alusión a la cultura tolteca.[1]

Periodo de inestabilidad

Hacia el año 1297 la rivalidad existente entre Culhuacán y Xochimilco, en cuanto extensión de territorio, desató una serie de enfrentamientos entre ambas ciudades, en la que no solo se disputaban los límites de sus señoríos sino la superioridad que ninguna de las ciudades en discrepancia había reconocido abiertamente desde tiempo atrás en el tiempo que Xochimilco fue pueblo sujeto de Culhuacán. En esta guerra, Cocoxtli, el señor de Culhucán, ocupó a los mexicas, entonces asentados en Chapultepec como mercenarios. Así que “acompañados por el general culhuaque Tezitzilin, los mexicas atacan y derrotan a los xuchimilcas en su propio territorio, persiguiéndolos entre tulares, ciénagas y chinampas y los echaron donde hoy están, delimitando cada uno su territorio.”[1]

Los mexicas, severamente diezmados fueron expulsados de Chapultepec, territorio que estaba bajo la influencia del señorío de Azcapotzalco, muchos de ellos fueron llevados en calidad de prisioneros a diferentes ciudades de la cuenca y lugares alrededor de ésta, mientras que otros grupos mexica se dispersaron por el territorio en buscan de algún refugio, la mayoría sin éxito como el grupo que trató de asentarse en Tlatelolco. El grupo más numeroso de mexicas se refugió en Acolco, escondidos entre tules y cañaverales por cinco días tras su derrota, para después encaminarse al señorío de Culhuacán, presentándose “suplicantes y llorosos” para que se les diera un sitio donde instalarse a cambio de vasallaje.[1]

Con la muerte del tlatoani Cocoxtli acaecida en el año de 1307, el señorío de Culhuacán fue gobernado por jefes militares culhuaque, no obstante el bastión tolteca se vuelve inestable, situación que caracterizó la condición política en el Valle de México de los señoríos durante esta época. Siendo este el escenario en donde los grupos chichimecas continuaron estableciendo nuevas ciudades, algunas con presencia efímera y otras consolidándose de manera paulatina durante el siglo XIV, como es el caso de Azcapotzalco y Texcoco. Finalmente los mexicas tras haber permanecido cerca de veinticinco años en territorios culhuaque, son expulsados del lugar por haber, de nueva cuenta, causado horror entre la población, en particular a Acamapichtli el viejo, hijo de Cocoxtli, quien estaba a unos días de convertirse en el próximo tlatoani de Culhuacán, tras varios años de haber quedado el gobierno bajo la responsabilidad de jefes militares, tras la muerte de su padre Cocoxtli.[1]

Sobre la expulsión del pueblo del sol de Culhuacán, existen dos versiones. En la primera, los mexicas celebraron una fiesta en honor al próximo tlatoani de Culhuacán en Tizaapan, entonando cantos, llevando a cabo bailes, y cuando la festividad estaba pasando por sus mejores momentos, los mexicas sacaron a cuatro prisioneros xochimilcas para su sacrificio. Quedando tan aturdidos los culhuas que al volver a su ciudad pensaron en la necesidad de deshacerse de ellos, resolviendo expulsarlos de su Estado.[1]

Subordinación al Imperio tepaneca

El empoderamiento de los tepanecas en la cuenca comenzó a incrementarse gracias a una exitosa política expansionista apuntalada por Tezozozmoc hacia el año 1360, donde la participación de guerreros mexica fue fundamental para el posicionamiento del señorío de Azcapotzalco como cabecera de los pueblos de la región lacustre. En 1363 los exiliados mexicas regresaron a Culhuacán bajo la dirección de contingentes tepanecas, asediando al señorío culhuaque, y consiguiendo conquistarlo, “ logrando derrotar al que había sido el poder más prestigiado y estable después de la caída de Tula.” Abriéndose paso, con esta acción militar, a la oportunidad para proseguir con más conquistas al sur de la cuenca, al tiempo en que Azcapotzalco desconocía la Triple Alianza pactada tiempo atrás con Culhuacán y Coatlinchan.[1]

La derrota de Culhuacán por el señorío de Azcapotzalco provocó la migración de sus pobladores, siendo el señorío de Coatlinchan el que reacomodó a los culhuaque entre sus pueblos, “conformando barrios étnicos distintivos.” Algunos miembro de la nobleza culhuaque se integraron al gobierno de Coatlinchan, señorío que trató de frenar la expansión de Azcapotzalco. De manera consiguiente a la conquista, Culhuacán es transformado en un pueblo tributario de los tepanecas, perdiendo su condición de señorío y padeciendo un gobierno impuesto. Al principio fue una junta militar la que representó el poder de Azcapotzalco en Culhuacán, hasta que fue designado el culhua-mexica Nauhyotl Teuctli para ejercer el control del pueblo como parte de las concesiones que los tepanecas realizaron a sus aguerridos vasallos mexica.[1]

Mientras, los mexicas establecidos en Tlatelolco decidieron tomar por gobernante a Cuacuahpitzahuac hijo de Tezozomoc en 1375, determinando continuar con una política que fortaleciera su afinidad con el imperio de Azcapotzalco. Los mexicas establecidos en Tenochtitlán se inclinaron por elegir un gobernante a la usanza de los grandes señoríos del pasado, perteneciente a un linaje prestigioso como el tolteca. “En 1376 , los mexicas tenochcas escogieron a Acamapichtli, de la casa real de Culhuacán, por aquellos días refugiado en Coatlinchan.[1]

En 1413 es asesinado el tecutli o el administrador de tributos de Culhuacán, el culhua- mexica Nauhyotl, quien supo imponer durante su gestión el culto a Huitzilopochtli, buscando desplazar la devoción a Quetzalcoatl como la más importante dentro de la religiosidad culhua. Nauhyotl es asesinado por el tlatoani de Azcapotzalco, quien designó, entre los más destacados tecutlis de la parte sur de la cuenca de México, a dos de sus hijos: Quetzalayatzin o Tayatzin al mando de Mexicaltzingo y Maxtla como el gobernante de Coyoacán, Culhuacán y Xochimilco.[1]

Al tiempo en que Azcapotzalco logró derrotar con ciertas dificultades al señorío de Texcoco, en una campaña en la que participaron varios pueblos tributarios de la región lacustre, entre ellos Culhuacán, el imperio tepaneca entró en crisis tras la muerte en 1426 de su tlatoani Tezozomoc. Dos de los hijos del monarca se disputaron el trono vacante, Quetzalayatzin, quien Tezozomoc había señalado como su sucesor y Maxtla, el hijo primogénito que no estuvo de acuerdo con la preferencia de su padre, dieron lugar a que se presentaran intrigas y divisiones políticas en el reino tepaneca.[1]

Triple alianza

A partir de la victoria de la Triple Alianza sobre el imperio tepaneca, los mexicas establecieron un nuevo orden político en la región. Las tierras del imperio tepaneca fueron repartidas entre los mexicas, los tepanecas de Tacuba y los aculhuas de Texcoco, siendo Tenochtitlán el señorío que obtuvo mayor provecho del gobierno que formalmente compartió con sus aliados. Izcoatl, el tlatoani tenochca, repartió títulos a quienes lo habían apoyado contra los tepanecas y emprendió junto con sus aliados nuevas incursiones, buscando someter a los pueblos de la cuenca que anteriormente entregaban su tributo al señorío de Azcapotzalco. Hacia la región del sur, Izcoatl logró integrar a sus dominios a los pueblos de Xóchimilco, Cuitláhuac, Culhuacán y Chalco. Expresándose el dominio de Tenochtitlán principalmente en las localidades lacustres y de la zona sur del Valle de México, mientras que al oeste del valle dominaba Tlacopan y al este Texcoco.[1]

En 1430 Izcoatl mandó fundar el señorío de Iztapalapa con el propósito de contar con un mayor control de la región del sur. Con ello Culhuacán se encontró colindando hacia el norte con pueblos que tuvieron por origen núcleos de poblamiento mexica: Iztapalapa, en la ladera norte del cerro de la Estrella, Mexicaltzingo, ubicado entre “el espeso de los carrizales y fangoso de los espadañales”; visitado por primera vez por los mexica a su exilio de Culhuacán a principio del siglo XIV y Huitzilopochco, colindante con el pueblo de Coyoacán, fundado a mediados del siglo XV y que hoy se conoce como Churubusco.[1]

Con la presencia de Iztapalapa, Mexicaltzingo y Churubusco, Culhuacán, el antiguo refugio tolteca, también emparentado con los mexica, perdió la hegemonía política de la región del sur de la cuenca, para compartirlo con los otros tres altepetl o pueblos mexica, conformando entre los cuatro una nueva entidad política, fundamental en términos territoriales para Tenochtitlán conocida como los nauhtecutin, que significa “los cuatro señores”, expresión usada para hacer alusión a los cuatro gobernantes de esa zona chinampera.[1]

Invasión española

A la llegada de los españoles a la región de los nauhtecutin, visitada por primera vez a fines de 1519, se estima que vivían en Culhuacán alrededor de 4,000 habitantes, teniendo por tlatoque a Totocomoctzin. En los otros tres pueblo vecinos de Culhuacán, gobernaba en Mexicaltzingo Tochihuitzin, en Huitzilopochco Huitzilatzin y en Iztapalapa Cuitláhuac. Los últimos días del gobierno de Moctezuma comprenden el inicio del fin del Imperio Mexica, con el recibimiento y alojo de los españoles en Tenochtitlán, y los acontecimientos que conllevan a la captura de Moctezuma y el levantamiento del pueblo mexica.[1]

Los aliados de los españoles provenientes de Chalco saquearon y sometieron a Culhuacán. Y son referidos por Cortés como quienes más daño infringieron a los nauhtecutin causando su rendición y precipitando a los pueblos lacustres a prestar su colaboración para atacar Tenochtitlán, aportando canoas, gente de guerra y levantado casas para los españoles, pues era época de lluvias y los batallones estaban muy mal provistos.[1]

Al termino de la conquista del Imperio Mexica los españoles comenzaron a repartirse el derecho de tributo y trabajo de los pueblos sometidos. A Culhuacán, Iztapalapa, Mexicaltzingo y Churubusco, les correspondió en un inicio entregar su trabajo y servicios para la creación y manutención de la nueva ciudad española sobre las ruinas de Tenochtitlán. Poco después el trabajo de estos pueblos se distribuyó entre la Corona, la Ciudad de México y encomenderos particulares.[1]

Colonial

Siglo XVI

La evangelización en Culhuacán y zonas aledañas al cerro de la Estrella fue comenzada por un grupo de franciscanos que fundaron una misión sobre los antiguos templos de Culhuacán. Los franciscanos cedieron la misión a la orden de San Agustín, que en 1560 tuvieron que posponer la construcción de su convento ya que “cientos de naturales, con gran alboroto diciendo palabras desacatadas (...) impidieron el aprovechamiento de la piedra y materiales de sus canterías (...) echando al agua la que ya se encontraba en las canoas”. El virrey Luis de Velasco mando a decir a los indios culhuaque que era un delito digno de castigo que impidieran utilizar la piedra de las canteras del lugar, pues ahora eran públicas. Los naturales debían cooperar con la obra del convento, “sacar las piedras del agua y volverlas a las canoas, so pena de azotes y de ser desterrados por cinco años”. Para 1569 la construcción del convento y una iglesia en Culhuacán ya se había concretado, utilizando piedra volcánica y la piedra que la comunidad extraía desde épocas pasadas del cerro del Huixachtlan, después conocido como el cerro de La Estrella.[1]

La conversión religiosa de los indígenas, al igual que su gobierno, no podían llevarse a cabo sin la intermediación de los descendientes de los antiguos gobernantes prehispánicos ante el escaso número de españoles en el territorio mesoamericano. La continuidad de la nobleza indígena en la administración de sus localidades permitió que el proyecto de la Nueva España fuera posible, cerrando una red de relaciones en cada señorío en donde participaron los encomenderos, los frailes y los nobles indígenas con el cargo de caciques del pueblo, formando una trilogía a favor de la dominación española.[1]

Barrios de Culhuacán ubicados alguna vez en el entorno lacustre que en nuestros días persisten guardando cierta correspondencia a su localización actual con la de la pintura de 1580, son únicamente el barrio de Santa Ana y San Francisco. Los barrios de Santa María Magdalena y San Juan Bautista fueron representados en la pintura de 1580 más alejados de la cabecera del pueblo, más hacia el poniente, dando indicios de una reubicación. El resto de comunidades como San Bartolomé, Trasfiguración, Santa Cruz, San Miguel, San Sebastián , el Santísimo y San Pedro desaparecieron y sus habitantes fueron desplazados a barrios cercanos a la cabecera del pueblo.[1]

Siglo XVIII

Durante las primeras décadas del siglo XVIII las haciendas en los alrededores de Culhuacan dejaron de pertenecer a distintos propietarios para ser adquiridas por un solo dueño. Siendo el comerciante y capitán Jacinto Estada, nacido en la ciudad de México, el primer terrateniente de la zona en poseer tres haciendas y un rancho del rumbo: comenzando por adquirir la hacienda de la Estrella en 1703, la hacienda de San Antonio Coapa en 1711, la hacienda de Dolores en 1712 y el rancho la Joya de San Pablo en 1725. Fuera de los alrededores de Culhuacán, Jacinto Estrada contó con un rancho más nombrado de San Juan Ixhuatepec, ubicado en la jurisdicción de la Villa de Guadalupe.[1]

Luego de la integración de 1711, el primer propietario, Jacinto Estrada, siempre mantuvo buenas relaciones con los altos funcionarios del virreinato para obtener diversas ventajas, como el de ser nombrado "obligado de carnes", por el que debía: a) abastecer sus propias 18 carnicerías y a cuatro más ubicadas en diferentes rumbos de la ciudad, b) surtir a cinco comedores de dependencias virreinales, el Palacio incluido, y c) proveer a nueve conventos y hospitales, por un plazo mínimo de 4 años. Para cumplir estas obligaciones contaba con cuatro de las cuarenta "tablas de matanza" que tenía el Rastro de San Antonio Abad, situado a la entrada de la ciudad, por lo que el abundante ganado de la hacienda siempre llegaba fresco y gordo al sacrificio. La producción del maíz, cebada, alberjón y papa era muy alta, igual que la de la paja con que alimentaban al rebaño. El trigo alcanzaba para surtir al Molino del Rey y producir la harina que sería distribuida en las diversas panaderías de la ciudad.[2]

Durante la segunda mitad del siglo XVIII la expansión de las haciendas y las continuas inundaciones incrementó el número de familias desplazadas que tuvieron que reubicarse en los barrios de Culhuacán próximos a la cabecera del pueblo, obligados a abandonar la comunidad o a vivir como peones en los parajes de la hacienda de San Antonio y sus anexas. Los barrios que persistían asentados en la parte lacustre del pueblo de Culhuacán sin presentar cambios en su ubicación eran los barrios de San Francisco y Santa Ana. Los barrios actuales de Santa María Magdalena, San Juan y San Andrés fueron barrios que se reubicaron, y que seguramente se conformaron con el desplazamiento de las familias que vivían en los asentamientos que desaparecieron.[1]

En el mes de agosto de 1796 el administrador de la hacienda de San Antonio Coapa, don Ponciano Bustamante, modifica nuevamente el río que corría por la calzada de la Virgen, abriendo un portillo para desaguarlo a la altura del cruce de la actual cazada de la Virgen y canal de Miramontes. El portillo permitía que el cauce, que venía de los ojos de agua de los barrios Coyoacán, llegara hasta el barrio de Santa Ana y San Francisco Culhuacán, anegando por completo las tierras que corresponden hoy en día a la zona en la que se encuentran las unidades habitacionales de la CTM V, VI y VII, Culhuacán I y II, donde el pueblo, a causa de la inundación perdió cosechas. Por lo que a pedimento de los naturales de Culhuacán se levantó un plano de la zona para dar solución al problema.[1]

Siglo XIX

El 29 de abril de 1918 los vecinos del pueblo de Culhuacán solicitaron a la Comisión Nacional Agraria que se les otorgara la tierra necesaria para sus integrantes. A partir de entonces la dependencia de gobierno comenzó a estudiar la zona, levantando planos e información al respecto para cumplir el reparto agrario, que también lo solicitaron los pueblos de Mexicaltzingo, Churubusco, San Pablo Tepetlapa y la Candelaria Coyoacán, apelando al cumplimiento de la ley decretada el 6 de enero de 1915, incorporada al artículo 27 constitucional.[1]

Siglo XX

En el período post revolucionario (los años 20), anota Ramírez Kuri, se dota al pueblo de tierras ejidales pertenecientes a la Hacienda de San Antonio Coapa —propiedad de la señora María Escandón de Buch—, y en 1929 «al constituirse las delegaciones políticas del Distrito Federal y sus nuevas delimitaciones geográficas que conservan hasta la actualidad, una porción del territorio del pueblo de Culhuacán es incorporada a la Delegación Iztapalapa y la otra, de menor escala a la Delegación Coyoacán». Así que en el contexto de la Reforma Agraria, los culhuacanenses demandaron al gobierno la restitución de las tierras que previamente habían tomado las haciendas, y cuyos títulos de propiedad les habían sido otorgados desde la época Colonial; sin embargo, la demanda no procedió por carecer de comprobación legal.[3]

En 1937 la Comisión Nacional Agraria estableció la figura del comisariado ejidal como forma de representación y organización de las comunidades en el artículo 131 bis del código agrario. En cumplimiento de la norma el pueblo de Culhuacán fue dividido en 1938 en 5 núcleos ejidales: Culhuacán, Los Reyes, San Francisco, San Antonio y Tomatlán. Cada núcleo ejidal, eligió su respectivo comisariado, diluyendo con ello la pertenencia de cada barrio a un mismo pueblo al comenzar a gestionarse los problemas por separado y ya no bajo la figura representativa inicial del Comité Administrativo Agrario del Pueblo.[1]

La finca de San Antonio Coapa con una superficie redondeada en 1468 hectáreas en un reporte de afectaciones, fue dividida de la siguiente manera: “para Culhuacan 700 hs.; para Churubusco 150 hs.; para San Pablo Tepetlapa 158 hs.; para Mexicaltzingo 70 hs. y para la Candelaria 205 hs”. En general la tierra repartida entre cada miembro de las comunidades fue marcada de a 1 hectárea por familia. En total la suma de las afectaciones sumaron 1, 283 hectáreas en beneficio de los pueblos colindantes de San Antonio Coapa, restándole a la señora María Escandón de Bush 185 hectáreas de su propiedad, que la familia fue vendiendo para su urbanización en años posteriores bajo la firma de Fraccionadora San Antonio Coapa S.A. Para 1943, por trabajos de ampliación que se realizaron sobre calzada de Tlalpan, el casco de la hacienda de San Antonio Coapa fue demolido, desapareciendo la construcción más representativa del laborío que por varios siglos dominó la región.[1]

En los años 40 el pueblo de San Francisco Culhuacán comenzó a verse afectado por el acelerado proceso de urbanización e industrialización, por lo que los cultivos de temporal en las chinampas pronto comenzarían a desaparecer, los conflictos por la tierra resurgen con las primeras expropiaciones para la expansión de la estructura vial, y se agudizan en las décadas de los 50, 60 y 70, con la expansión de la mancha urbana.[3]

No tardaron en aparecer en el pueblo grandes desarrollos habitacionales con la correspondiente infraestructura vial, y en las tierras expropiadas al ejido surgieron colonias populares. Porque San Francisco Culhuacán tenía asentamientos irregulares en tierras ejidales, y colonias como la del Mirador, iniciaron con 400 viviendas familiares. Fue entonces cuando los ejidatarios decidieron que con las indemnizaciones recibidas integrarían un fondo para la creación de zonas urbanas ejidales como «beneficio último de la revolución», para que les fueran otorgados lotes y casas. Como paulatinamente muchos ejidatarios se vieron imposibilitados de comercializar sus productos agrícolas, y debido a que el cultivo de maíz en sus reducidas parcelas ya no les alcanzaba para mantener a sus familias, comenzaron a buscar otro tipo de empleos en la ciudad. Se ocuparon entonces como albañiles y carpinteros o como técnicos en compañías de teléfonos y de comunicación.[3]

La mancha urbana fue implacable en su crecimiento, y en tres décadas —1970 a 1990— en donde antes los ejidatarios cultivaban maíz y alfalfa para alimentar al ganado, los involucrados en la industria de la construcción sembraron fraccionamientos, unidades habitacionales, centros comerciales, deportivos y recreativos. La estructura vial creció y actualmente delimita colonias, unidades habitacionales y asentamientos surgidos el siglo pasado.[3]

Así, la Calzada Taxqueña cruza horizontalmente el pueblo de San Francisco hasta entroncar con la Avenida Tláhuac. Pero es en esta vialidad donde en 2006 fue construido un puente vehicular que le dio mayor fluidez a la zona. El Eje 3 Oriente pasa por Culhuacán y divide a San Antonio, y la ampliación de la infraestructura urbana tiene su significativa ampliación con la conclusión y puesta en marcha de la línea 12 del Metro, una de cuyas estaciones tiene el nombre de Culhuacán y, otra más, se localiza en San Andrés Tomatlán.[3]

San Francisco tiene dos calles principales, 5 de Mayo y Ejido; esta última cambia de nombre a Rosa María Sequeira al entroncar con la Avenida de los Apaches que colinda con las unidades habitacionales y la Escuela Naval Militar. Otras dos calles significativas son la Miguel Hidalgo, que proviene de la Calzada Taxqueña, y la de Santa Ana que conduce a la plazuela y la parroquia. Aunque debido al incremento de la población y con la llegada de nuevos habitantes el pueblo ha visto crecer sus índices de asaltos, robo de autopartes y drogadicción. Independientemente de las riñas que protagonizan bandas de jóvenes de la localidad, quienes ante la demanda de vivienda de los inmigrantes se han quedado sin espacios para la diversión y esparcimiento.[3]

Siglo XXI

Análisis Urbano Arquitectónico

Lugares Emblemáticos

Arquitectura

Bares, Centros Nocturnos, Cantinas y Pulquerías

Iglesias, Templos, Parroquias, Capillas, Conventos

Fuentes

Monumentos Históricos

Museos

Parques

Restaurantes, Cafeterías y Fondas

Teatros

Familias Fundadoras

Familias de Varias Generaciones

Personajes Célebres

Personajes Inolvidables

Fiestas, Festivales y Ferias

Tradiciones y Costumbres

Las fiestas patronales, dice Ramírez Kuri, «condensan el esfuerzo de la comunidad por preservar y reproducir el sentido de ser pueblo y las tradiciones que se representan periódicamente en el espacio público». La fiesta más importante en Culhuacán es la de la Santísima Trinidad, en la que se rinde culto al Señor del Calvario y se realiza entre mayo y junio con la participación de los 11 barrios. Se lleva a cabo una procesión desde la capilla del Calvario, ubicada en Calle 16 de Septiembre (entre las calles Morelos e Iturbide), hasta el parque Culhuacán, acompañada por una banda de música. En la entrada de la capilla se coloca una portada, elaborada con productos de la tierra como semillas y flores, la cual correspondió poner no hace mucho a la mayordomía de San Francisco; mientras que en la Plaza Leona Vicario bailan las comparsas y se encienden los castillos con pirotecnia.[4]

Mitos, Leyendas y Relatos

Academias

Auditorios

Barrios

Bibliotecas y Librerías

Calles

Centros Comerciales

Centros Culturales

Centro Cultural y Social Veracruzano

Cines

Clubes Sociales y Deportivos

Centro Cultural y Social Veracruzano

Embajadas y Consulados

Escuelas

Estaciones de Policía y Bomberos

Estaciones de Transporte: Metro y Autobuses

Fábricas

Galerías

Guarderías

Hospitales y Clínicas

Hoteles

Inmuebles Catalogados

Instalaciones Deportivas

Mercados y Tianguis

Murales

Oficinas de Correos

Oficinas Gubernamentales

Oficinas Privadas y Coorporativos

Otros Establecimientos

Panteones

Penitenciarías y Centros de Readaptación

Recorridos de Interés

Tiendas de Autoservicio

Tiendas, Farmacias y Misceláneas

Talleres

Unidades Habitacionales

Referencias

Bibliografía

  1. 1,00 1,01 1,02 1,03 1,04 1,05 1,06 1,07 1,08 1,09 1,10 1,11 1,12 1,13 1,14 1,15 1,16 1,17 1,18 1,19 1,20 1,21 1,22 1,23 1,24 1,25 1,26 Rafael Pérez Reyes, Culhuacán: del entorno lacustre a las unidades habitacionales : un recorrido por los cambios en la fisonomía al sureste de la Ciudad de México. Tesis para obtener el título de Licenciado en Historia. México: UNAM, 2018.
  2. Gonzalo Mata Puga, Coapan. México, 2008.
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 3,5 Tomado de: https://cronicariodesergiorojas.blogspot.com/2014/07/san-francisco-culhuacan.html
  4. Tomado de: https://cronicariodesergiorojas.blogspot.com/2014/07/san-francisco-culhuacan.html
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