Biblioteca H. Congreso de la Unión
La Biblioteca H. Congreso de la Unión está ubicada en la Iglesia del Ex Convento de Santa Clara cuyo construcción terminó en 1661 en la esquina de las calles Bolivar y Tacuba en la Colonia Centro - Centro Histórico de la Alcaldía Cuauhtémoc. Este lugar es una de las bibliotecas más bellas de la Capital del país. Debido a su historia este lugar se ha convertido en uno de los más emblemáticos de la Colonia, además de tener uno de los mejores acervos sobre la historia del país.
Datos
Historia[editar | editar código]
Época Colonial
La Biblioteca General de la Cámara de Diputados se encuentra ubicada entre las calles de Tacuba y Bolívar, en la iglesia que perteneció al convento de Santa Clara. Las monjas clarisas que ocupaban la ermita de la Santísima Trinidad, en 1579, decidieron que debían trasladar el convento a un lugar más amplio y adquirieron unas casas ubicadas en el sitio llamado por los indígenas Pepetlán (fábrica de esteras o petates) que estaban localizadas en la esquina de las calles de la antigua Calzada de Tlacopán o Tacuba y la calle de Vergara, hoy de Bolívar.
El 13 de octubre de 1601, se pusieron los cimientos, Don Antonio Arias Tenorio se hizo cargo de la construcción de la iglesia y del convento al financiar la obra. El arquitecto de la obra fue Pedro Ramírez, arquitecto y escultor de fama reconocida, quien también había trabajado en el convento grande de San Francisco, entre otros.
Arias Tenorio falleció cuando se había construido la mitad de la obra con un gasto de sesenta mil pesos, por lo que la obra del convento quedó suspendida durante varios años, hasta que el licenciado Juan de Ontiveros Barrera dejó en su testamento cincuenta mil pesos para ese fin.
El 22 de octubre de 1661 la obra concluyó, siendo bendecida por Fray Alonso Bravo, guardián del convento grande de San Francisco y posteriormente Obispo de Nicaragua.
La iglesia tiene dos puertas que salen a la calle de Tacuba y en aquellos tiempos estaba adornada con retablos en el interior. En la esquina de las calles de Tacuba y Bolívar hay una pequeña capilla.
La iglesia tuvo dos incendios, el primero a las ocho y media de la noche del 20 de septiembre de 1677, comenzando por la sacristía y gracias a la intervención de dos monjas, el fuego cesó.
El segundo incendio ocurrió el sábado 5 de abril de 1755 y ocasionó graves daños a la iglesia y al convento, al grado tal que las religiosas tuvieron que refugiarse en el convento de Santa Isabel, hasta el 16 de mayo del mismo año en que las monjas regresaron a ocuparlo. Las reparaciones fueron propiciadas por Don Miguel Alonso de Ortigosa.
El convento tuvo una superficie de 18,000 varas cuadradas y tenía 48 casas en propiedad y se extendían desde la calle de Tacuba hasta la de Plateros (hoy Fco. I. Madero). Debido a la ley de exclaustración, el convento fue fraccionado, abriéndose en lo que había sido la huerta, para formar parte de lo que ahora es la calle de Cinco de Mayo. Del extenso y bello convento solo queda la iglesia, que es EL inmueble que actualmente ocupa la Biblioteca del Congreso.[1]
Siglo XIX
La necesidad de contar con elementos de información a los cuales acudir para documentar las intervenciones y los trabajos parlamentarios hacen que en noviembre de 1810 se elija un Archivero, se nombre la primera Comisión de Bibliotecas y se constituya el primer Fondo de una biblioteca parlamentaria.
Al año siguiente se inicia lo que se conoce como depósito legal con poco cumplimiento por parte de los escritores, lo que creo continúa actualmente. Otra situación difícil, comparable a la de nuestros días, es el finalmente aceptar destinar una cantidad para adquirir libros; es decir lograr obtener un presupuesto razonable para el funcionamiento de lo que entonces se llamaba Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos.
Es así como la vida parlamentaria de México se inició bajo signos poco favorables y con una biblioteca parlamentaria heterogénea. Años después, de 1811 a 1814, los momentos difíciles de la historia mexicana continuaron y con ellos la Biblioteca sufrió las consecuencias inherentes.
En 1821, cuando México alcanzó, por fin, su independencia , las instituciones no existían todavía. En febrero de 1822, los diputados se enfrentan a la carencia de libros o fuentes de consulta en que apoyar y documentar las discusiones y surge, como en 1810, la necesidad de contar con elementos de información.
En marzo de 1822, el Congreso aprueba lo que hoy conocemos como depósito legal, ya sugerido anteriormente, y se refrenda que se debe dotar al Congreso con una biblioteca. El país sale del tutelaje colonial y la Biblioteca comparte la agitada historia del Congreso con los numerosos cambios de domicilio de su cuerpo legislativo: la Iglesia de San Pedro y San Pablo, el Palacio Nacional, la Cámara de Diputados.
No obstante todos los esfuerzos constructivos del siglo XIX, el país, junto con la Biblioteca, se vieron afectados por un presupuesto raquítico del gasto público. Los gastos 'culturales' no tenían prioridad alguna. En otros países de América Latina había más bibliotecas públicas. Cabe mencionar que la Biblioteca del Congreso actuaba también como pública y daba ejemplo a las legislaturas locales de Puebla, Zacatecas, Chihuahua, Michoacán, las cuales propusieron la creación de bibliotecas para sus congresos.
Entre 1867 y 1876, no se sabe nada de la Biblioteca debido a las precarias circunstancias económicas por las que atravesaba el país. No es sino hasta el Presupuesto de Egresos de la Federación de 1876–77, cuando aparece por primera vez un presupuesto que le asigna partidas específicas a la Biblioteca del Congreso de la Unión, 2000 pesos para comprar libros y 500 pesos para gastos extraordinarios.
Su nombre lo recibe la Biblioteca por el servicio que prestaba a ambas Cámaras; y se detallan los gastos en los que incurrió sin que aparezca un puesto de bibliotecario ni un salario específico.
Únicamente se registra un puesto de archivo con un salario anual de alrededor de 1,200 pesos, que podría incluir también al de bibliotecario.
La Biblioteca sufrió un incendio el 22 de agosto de 1872, en el que buena parte de su acervo original sucumbió.
En 1893 el Congreso decreta el reglamento para su gobierno interior y en su artículo 137, menciona una Biblioteca con bibliotecario y los dependientes necesarios.
El panorama mejora para la Biblioteca al crearse, en 1898, una Comisión de Bibliotecas y Archivo. [2]
Siglo XX
El 23 de marzo de 1909 ocurrió otro incendio; la fotografías se pueden observar en el Archivo Casasola, fue así como se perdió el valioso archivo de la historia del parlamento mexicano y la Biblioteca desapareció por completo.
Para formarla de nuevo, acuden personajes de las diversas secretarías de Estado y los gobiernos de los estados de la República con donaciones de obras y réplicas de documentos que estaban en manos de particulares.
En el mismo sitio devastado por el incendio de 1909 se construye la Cámara de Diputados, donde ahora se encuentra la Biblioteca. El 20 de noviembre de 1910 estalla la Revolución. Un año después la Biblioteca del Congreso tiene un presupuesto anual de 12,000 pesos y 4,500 títulos de material heterogéneo.
En 1917 existía la Sección de Bibliotecas y Publicaciones, pero sin considerar la necesidad de contar con un bibliotecario cuyas labores se identifican erróneamente con las del archivero; al final se conforman con conservar solamente a este último asignándole 9.00 pesos diarios. Más tarde, en la sesión del 16 de diciembre de 1917, el Diputado Alfonso Cravioto defiende la necesidad de que subsista la partida para un bibliotecario intelectual, apto y activo que, además de organizar el acervo mediante la catalogación de los libros, sepa transmitir la información y el conocimiento que éstos encierran. En estas intervenciones se enaltece la figura del bibliotecario en turno, quien ha logrado organizar un catálogo de todos los libros y documentos que existen en los archivos y bibliotecas de la Ciudad de México. [2]
INAUGURACIÓN DE LA BIBLIOTECA DEL CONGRESO
La Biblioteca del Congreso de la Unión (hoy Biblioteca General*) nació de una iniciativa presentada ante el pleno de la Cámara de Diputados el 24 de agosto de 1935, para que prestara un servicio al pueblo, al permitirse el acceso a ella. Posteriormente dicha propuesta fue ampliada, y el 12 de noviembre de 1935 los Dip. Luis Mora Tovar, Demetrio Bolaños Espinosa y Carlos A: Calderón, integrantes del “ala izquierda” de la XXXVI Legislatura de la Cámara, presentaron la iniciativa para instalar y reorganizar la Biblioteca Pública del H. Congreso de la Unión, con la fusión de la Biblioteca de la Cámara de Diputados, Cámara de Senadores y Contaduría Mayor de Hacienda.
A partir de este año la Biblioteca del Congreso de la Unión quedó establecida en el ex templo de Santa Clara, ubicado en la esquina que forman las calles de Tacuba y Bolívar, en el Centro de la Ciudad, inmueble cedido por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, y con ciertas adaptaciones sería propio para su uso como biblioteca pública, citando también que la biblioteca de la Cámara de Diputados, dejará de ser exclusivamente de atención a Senadores y Diputados y pasa ha ser una biblioteca pública.
Otro de los puntos de la iniciativa era el enriquecimiento del acervo bibliográfico a través de donaciones e intercambio documental con Cámaras Legislativas de otros países, instituciones científicas y organizaciones internacionales.
Dicha propuesta fue aprobada y los diputados mencionados fueron designados para formar la Comisión de Biblioteca y encargarse de la ejecución de los proyectos.
El 30 de diciembre de 1935 la Cámara de Diputados aprobó el presupuesto de $59,136.40 para sueldos, obras de reparación y adaptación y el mobiliario. El edificio fue entregado por la Secretaría de Hacienda el 7 de enero de 1936, procediendo a iniciar los trabajaros de la reparación del inmueble
Los servicios bibliotecarios se iniciaron con un acervo compuesto por 9,814 volúmenes de la Cámara de Diputados, 4,270 volúmenes de la Cámara de Senadores y 1,243 volúmenes de la Contaduría Mayor de Hacienda, 1,151 volúmenes adquiridos por compra y la donación de Instituciones públicas y privadas, destacando las bibliotecas madrinas la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de Norte América, Museo Británico de Londres, Biblioteca Nacional de París, la Biblioteca Nacional de Madrid y el Instituto Ibero Americano de Berlín.
La Biblioteca del H. Congreso de la Unión fue inaugurada el 4 de septiembre d e1936 a las 11:00 horas por el Lic. Gonzalo Vázquez Vela, Secretario de educación en representación del Sr. Presidente de la República, General Lázaro Cárdenas. [1]