Templo y ex convento de Santa Brígida (1744-1935)
El Templo y ex convento de Santa Brígida es uno de los 49 Inmuebles demolidos más recordados de la Ciudad de México. Estaba ubicado en los límites de la Colonia Centro - Centro Histórico. Fue el único de la orden que existió en México. La portada del templo fue considerada por Justino Fernández como única en la arquitectura colonial. Con pilastras dóricas, gárgolas de rica talla y una imagen de la Virgen con el Niño en brazos, ofrecía una ondulante sensación de movimiento.[1] En 1935, el Templo y ex convento de Santa Brigida fueron demolidos para dar paso al automóvil, con el proyecto del ensanchamiento de la Avenida San Juan de Letrán, ahora también conocida como Eje Central, que se llevó consigo otros grandes inmuebles históricos.
Historia[editar | editar código]
Colonial[editar | editar código]
En 1670, el contador Francisco de Córdova Villafranca solicitó a la Corona española que le dejara fundar un convento de religiosas recoletas de Santa Brígida, y para tal fin ofreció las casas donde habitaba con su esposa. El permiso tardó setenta años en llegar. El matrimonio había pasado a mejor vida cuando las seis primeras religiosas se instalaron en el convento.[1]
La reína pidió informes por cédula de 19 de febrero de 1672, presentada en la ciudad de México el 6 de mayo de 1673, y en cumplimiento de ella, el marqués de Mancera, virrey de Nueva España. ordenó se procediera a recabar los informes relativos. Marroquí, apoyándose en Carrillo y Pérez, dice que: "Instruido el expediente y conseguido el permiso real, el 5 de agosto de 1740, se puso la primera piedra del templo", es decir, que 70 años después de hecha la solicitud se procedió a la construcción.[2]
Llegaron a México, el 13 de septiembre de 1723, seis religiosas procedentes de Nuestra Señora de la Victoria, España, y se aposentaron en el convento de Regina por no estar terminada su casa. El 26 de diciembre de 1744 se trasladaron a su convento, aún sin terminar, y su iglesia se bendijo, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves, el 19 de marzo de 1745. Así, pues, tomando esta última fecha como la de la terminación del templo, puede decirse que la construcción duró 4 años y 7 meses.[2]
Siglo XIX[editar | editar código]
Hacia 1861 el monasterio contaba para su subsistencia con 11 fincas que producían 6 172 pesos anuales y 142709 pesos de capitales activos que redituaban 7 386 pesos. Su mayordomo era don Antonio Icaza. El número de religiosas era de veintiuno más una novicia y seis niñas. Por decreto de 5 de febrero de 1861, sobre aclaraciones a las leyes de desamortización, se dispuso en el artículo 76, la reducción del número de conventos de religiosas, debiendo llevarse a efecto la refundición en un plazo no mayor de 15 días. En la noche del 13 al 14 de febrero se cumplió con la ley, tocándoles a las religiosas de Santa Brígida ingresar al convento de San Juan de la Penitencia, junto con las de Santa Isabel. Quedaron acomodadas en una sola pieza por no prestarse a más el local y en vista de esta incomodidad recurrieron al gobierno, dando por resultado sus gestiones, que el día 18 del mismo mes se pasaron a la casa de ejercicios de Belén. En el mes de abril, según los periódicos que entonces se publicaban, se dijo que las religiosas habían rescatado el convento con sus dotes. El 25 de agosto volvieron de nuevo a ocuparlo permaneciendo en él hasta su exclaustración.[1]
El decreto expedido por el presidente Juárez en 26 de febrero de 1863 declaraba extintas en toda la República las comunidades de religiosas, fijando un plazo de 8 días para la desocupación del convento y en cumplimiento de tal disposición salieron por segunda vez las monjas de su convento el día 3 de marzo de 1863 16 habiendo sido nombrado interventor don Ignacio Mariscal.[2]
Tras la Reforma, el convento fue abandonado y convertido en prisión militar. Ahí fueron encerrados Mariano Salas y otros generales que sirvieron a la intervención francesa. El edificio fue empleado como colegio y más tarde como sede de la Casa del Obrero Mundial. El templo siguió abierto al culto hasta su demolición. Fue uno de los más favorecidos por las clases altas, que celebraban ahí rimbombantes casamientos.[1]
1930[editar | editar código]
En 1935 se decidió entregar la avenida San Juan de Letrán al automóvil. En unos meses la ampliación de la calle eliminó el pasado: los implacables derrumbes borraron para siempre el Colegio de San Juan de Letrán, que desde 1529 daba nombre a la avenida; se llevaron el templo y convento de Santa Brígida, última orden contemplativa de la Nueva España; abatieron el edificio en donde estuvo el Hospital Real de Naturales (1557), y al llegar a la esquina de la actual Artículo 123 (que antiguamente se llamó calle de los Rebeldes) no dejaron piedra sobre piedra de una pequeña y misteriosa capilla dedicada al Divino Salvador.[3]
Historia eclesiástica[editar | editar código]
Arquitectura[editar | editar código]
La iglesia se encontraba sobre la calle de San Juan de Letrán. más o menos en su medianía, orientada de norte a sur, a este viento el altar mayor y a aquél el coro. Su :tlineamiento no correspondía al de la cuadra sino que se remetía unos 5 metros, dejando lugar a un pequeño atrio. Contiguo al templo en su costado poniente se hallaba el convento;' alrededor de cuyo patio, de no grandes dimensiones, se distribuían en dos pisos las dependencias de la comunidad. Este patio estaba formado en su planta baja por corredores con arcos de tres centros, tres por lado, siendo su proporción de corta altura y los pilares que los soportaban de orden dórico, bastante robustos. La planta alta tenía corredores también con arcos semejantes a los del piso bajo.[2]
La planta del templo era sensiblemente elíptica, sus extremos, sobre el eje principal, formados por curvas de medio círculo y su bóveda estaba sostenida por cuatro arcos que descansaban sobre pilastras de orden dórico. El muro curvo que correspondía propiamente al ábside era de mucho menor espesor que los del resto de la iglesia y se encontraba: reforzado por dos contrafuertes semicirculares. El coro tenía acceso a la nave por un amplio arco de tres centros y descansaba sobre un gran arco estructural de tres centros también, que recibía la carga de lado de la nave. Este arco estaba embebido en el espesor del muro y sólo dejaba lugar a la entrada principal, sobre el eje mayor de la nave.[2]
Hacia el lado norte y bajo el coro, existía el vestíbulo en cuyo fondo; sobre el lado poniente, se hallaba la pequeña capilla de Nuestra Señora de Lourdes, de finales del siglo XIX. La nave se iluminaba por cinco ventanas colocadas en los entrejes de las pilastras que sostenían los arcos de la bóveda, con excepción de entreje correspondiente a la portada. Sobre el altar mayor un arco de medio punto enmarcaba el vano donde estaba colocada la imagen principal (probablemente de Nuestra Señora de las Nieves, aunque en los últimos años el lugar lo ocupaba una escultura moderna del Sagrado, Corazón) y tras él se formaba el pequeño camarín. Cuatro altares secundarios correspondían a los encasamentos de medio punto, también en los entrejes de las pilastras, en los que podían verse algunas pinturas del reverendo padre Carrasco.[2]