Parroquia San Gabriel Arcángel
Datos
La Parroquia San Gabriel Arcángel esta ubicada en la Colonia Tacuba en la Alcaldía Miguel Hidalgo en la Ciudad de México. Fue construida por la orden de los franciscanos. Se le han realizado diversas modificaciones con el paso del tiempo: su planta se renovó en el siglo XVIII; en el siglo XX se hicieron adosamentos, se abrieron muros, cubrieron arcos y variaron las dimensiones del atrio.
Historia[editar | editar código]
Siglo XVI
Después de la guerra de conquista, los misioneros franciscanos se establecieron en varios de los centros más importantes de la población precolombina para evangelizar a los nativos. Uno de estos sitios fue Tacuba, donde se erigió el templo de San Gabriel Arcángel, cuyo origen se remonta al siglo XVI, aunque ha sido objeto de múltiples cambios a través del tiempo. Estudios arqueológicos realizados en las inmediaciones de esta parroquia arrojaron evidencias de una explanada prehispánica conformada por una serie de pisos distribuidos en todo el atrio; de acuerdo con los investigadores Fernando Miranda, Rubén Manzanilla y Carlos Teja, podría corresponder a la plaza principal sobre la que se construyeron el templo y el convento de este pueblo en la época colonial. De ser esto así, nos indica que la parroquia de San Gabriel Arcángel se edificó sobre una plataforma precolombina (tal vez la plaza central de Tlacopan) y a un costado de los restos de los edificios indígenas que en su totalidad habían sido destruidos para dejar el paso libre a nuevas construcciones y a los caminos y calzadas que de la plaza principal continuaban hacia diferentes pueblos como Naucalpan, entonces perteneciente al señorío de Tacuba.
Se desconoce el año preciso de erección del conjunto; algunos historiadores nos dicen que para el año de 1556 ya había una iglesia de planta basilical. Hay quien afirma que la sacristía de Tacuba fue consagrada el 6 de octubre de 1566, mientras que el testimonio de Diego Cortés Chimalpopoca, quien fuera cacique de Tacuba, ofreció como año de terminación del templo el de 1573. Entre 1585 y 1586 Antonio de Ciudad Real consignó que el convento de Tacuba estaba conformado por su iglesia, el claustro, los dormitorios, la huerta, y que moraban en él cuatro religiosos.
Siglo XVII
Si bien en 1697 por un lado se desconocía la fecha de construcción del conjunto, por otro se afirmaba que la dirección del edificio estuvo a cargo de un maestro indígena llamado Juan Cortés, quien igualmente fue cacique del lugar.
Siglo XVIII
Durante el siglo XVIII se realizaron cambios radicales en el interior del templo: de su planta basilical original, con seis columnas de gran formato a lo largo de cada una de sus naves laterales, se cambió a planta de cruz latina. En 1871 se levantó una nueva cúpula y se sustituyeron los antiguos retablos barrocos por otros de estilo neoclásico. El muro que delimitaba el atrio fue derribado en 1913.
Gracias a los trabajos de restauración se han podido descubrir las antiguas columnas de la primera iglesia correspondiente al siglo XVI, las cuales sirvieron como elementos de refuerzo en los muros del templo del siglo XVIII. Estas columnas de grandes proporciones presentan en los capiteles interesantes grabados con motivos prehispánicos aún no identificados, mientras que en las basas podemos observar motivos florales. En el área del presbiterio se encontraron restos de pintura mural; en ella destaca un curioso grutesco virreinal que fusiona la tradición occidental con el glifo prehispánico de Tacuba.
Siglo XX
En la primera mitad del siglo XX el contexto de Tacuba todavía se asemejaba al de un pueblo, cuyo punto de reunión lo constituían la plaza y el quiosco frente a la iglesia de San Gabriel, aspecto que se fue perdiendo. A pesar de la actual degradación urbana de los alrededores, la iglesia de San Gabriel se mantiene como una ventana al pasado grandioso de la antigua villa de Tacuba.[1]
Historia eclesiástica[editar | editar código]
De las tres órdenes mendicantes (franciscanos, agustinos y dominicos) que llegaron a la Nueva España en 1524, la primera en arribar fue la franciscana, que se asentó en Tacuba, construyendo una de las primeras iglesias en la Cuenca de México, sin embargo, no se sabe nada de su proceso de construcción, ni del papel de la orden en los primeros años de su establecimiento, ni consecuentemente del proceso de evangelización llevado a cabo en ese lugar. Sería hasta el 6 de octubre de 1566 cuando se tuvo noticia de la consagración de la sacristía de la iglesia de Tacuba. En 1570 estaba ya en pie un monasterio habitado por cuatro frailes, de los cuales uno era lego y tres sacerdotes, el primero era el padre guardián quien tenía como encomienda el predicar ante los indios y confesar a éstos y a los españoles; el segundo, al no saber ninguna lengua indígena, era confesor de españoles y el tercero sólo era de indios, habiendo, según se indica, necesidad de cuando menos dos más, seguramente por el número de habitantes indígenas y por la dispersión de sus asentamientos. Los frailes asistían a cinco mil habitantes de la cabecera y de 15 pueblos; en la iglesia y convento se daba instrucción religiosa a los indios, mismos que trabajaron en su construcción por medio del servicio personal, que tenían obligación de prestar en las obras públicas y en las de carácter religioso.[2]
Proceso de construcción[editar | editar código]
Las transformaciones de la parroquia se dieron en dos momentos: uno cuando se modificó su planta a principios del siglo XVIII con los consecuentes cambios en partes de su estructura y la del convento franciscano, del cual no se tienen casi noticias. Y otro bastante posterior, en el siglo XX cuando se hicieron adosamientos, abrieron muros, cubrieron arcos y las dimensiones del atrio variaron al grado que hubo épocas en que no existió. Respecto al siglo XIX, posiblemente también se dieron cambios en su estructura y en su interior, pero no existen evidencias claras de alguna modificación realizada durante este período, tampoco información documental.
Durante la época prehispánica, Tacuba se conoció como Tlacopan que significa sobre las “jarillas” o “sobre los mimbres”, centro rector de la región tepaneca a partir de la caída de Azcapotzalco y de la conformación de la Triple Alianza, por cierto fue uno de sus miembros junto con México-Tenochtitlan y Tetzcoco. El reconocimiento del señorío de Tlacopan, por parte de los españoles, permitió que su importancia económica prevaleciera en la época colonial debido a que además estaba asentada en una región agrícola que permitió el desarrollo de un buen número de haciendas y de la cual Tacuba continúo siendo cabecera.
Los primeros españoles se refieren a ella como una ciudad, cuyo centro cívico-religioso constaba de una plaza y construcciones con azoteas, en sus orillas se ubicaban las casas del tlatoani y los pipiltin, y en las afueras las chozas de los macehualtin y los terrenos de cultivo.
En esta gran plaza se localizó el teocalli principal de Tacuba, como lo menciona Gamio, que quizá constituyó el montículo que años después se conoció como el Cerrito de Tacuba, y sobre el cual posteriormente se erigió un chalet al que se le llamó El Castillo, demolido en 1970 para edificar en su lugar un almacén comercial.
El recinto ceremonial se ubicó en el espacio comprendido entre la calzada México-Tacuba, la avenida Azcapotzalco y su prolongación Golfo de Aden, Lago Superior y Golfo de San Lorenzo, por lo tanto el montículo de El Castillo quedaría ubicado al centro de este recinto o desplazado hacia el este.
Dentro de este recinto ceremonial, evidencias arqueológicas de una explanada que consistió en una serie de pisos distribuidos en todo el atrio. Esta explanada podría corresponder a la plaza citada por Cortés y referida por Díaz del Castillo, como “los patios de Tacuba”, sobre la que se construyeron el templo y el convento de este pueblo en la época colonial.[2]
Arquitectura[editar | editar código]
Fachada[editar | editar código]
El templo actual ostenta dos portadas del siglo XVIII: la principal muestra una composición con dos cuerpos, el primero luciendo un vano semioctagonal flanqueado por dos pares de columnas estriadas de orden dórico, las enjutas y el friso tienen abundante ornamentación; el segundo muestra un relieve de marco acodado con la escena de La Anunciación. En términos generales la composición de esta portada mantiene cierta semejanza con la principal de la Basílica de Guadalupe diseñada por Pedro de Arrieta e inaugurada en 1709.
La escena del relieve central resulta singular porque la disposición de los personajes que integran la ilustración incurre en una herejía: colocado bajo el Padre Eterno y la paloma del Espíritu Santo, está la representación del Niño de cuerpo presente que desciende directamente hacia la Virgen, mientras el Arcángel anuncia a ésta su próxima maternidad. La herejía se remontaba hacia los primeros siglos del cristianismo y consistía en afirmar que Cristo encarnado como bebé se había introducido en María, cuando el dogma indica que el cuerpo del Salvador se formó de la substancia de la Virgen.6 Fechado en 1733, el relieve se esculpió para enriquecer una escena acorde con la época barroca llena de simbolismo y teatralidad, si bien llama la atención que se haya colocado en la fachada principal de un templo cuando la Inquisición aún vigilaba con celo este tipo de manifestaciones.
La portada lateral también luce una entrada semioctagonal, pero las pilastras que flanquean el vano de ingreso ondulan a lo largo del fuste y producen cierto efecto de movimiento, como si fueran flamas; un nicho ocupado por la figura de un santo la corona. La presencia de estas pilastras ondulantes recuerda la portada del convento de Regina Coeli en el centro de la ciudad de México, dedicado hacia 1731.
El exterior[editar | editar código]
Al sur del templo se localiza el claustro, que en su mayoría está ocupado por las oficinas parroquiales. Dentro del claustro se encontraba un crucifijo pintado que se veneraba durante la Semana Santa, conocido como el Señor del Claustro de Tacuba. Al interior del conjunto se anexó una capilla dedicada a esta imagen con planta de cruz latina, bóveda de cañón con lunetos; varios nichos con esculturas, un retablo del siglo XX y pinturas en sus muros.
En el crucero, por el lado sur de la nave principal del templo se localiza el ingreso a la capilla del Santo Niño de la Salud y Baptisterio; tiene forma rectangular con orientación norte-sur y cuenta con un altar sencillo de manufactura reciente y en el cual un nicho alberga la escultura del santo. Por el extremo oriente del espacio se ingresa al baptisterio, antigua Capilla de la Soledad, sitio que presenta planta de cruz griega y cuyo acceso restaurado está enmarcado por un trabajo de cantera con ornamentos florales en yeso. En la cubierta del conjunto se levanta una cúpula con tambor que descansa sobre arcos de medio punto y bóvedas de cañón en sus extremos.
El interior[editar | editar código]
El templo se mantiene hasta la actualidad con una sola nave, con crucero y cúpula; en la parte norte de la iglesia se levanta su campanario. El interior está muy modificado, aunque todavía cuenta con un coro, un púlpito en madera tallada y dos pilas labradas en piedra para agua bendita. Los franciscanos mantuvieron la administración eclesiástica de Tacuba hasta 1754, año en que se secularizó la parroquia. Durante el siglo XIX el antiguo retablo mayor de estilo barroco fue sustituido por un ciprés neoclásico que perduró hasta entrado el siglo XX, cuando finalmente se eliminó. En época reciente la comunidad concretó la elaboración de un retablo que reproduce la disposición de los antiguos altares novohispanos. En él se representa un apostolado custodiado por un crucifijo y un padre eterno de dimensiones monumentales; también se conserva una figura de bulto de san Gabriel que, se dice, es la única pieza que sobrevivió del original novohispano.[1]
Descripción de la catedral[editar | editar código]
La fachada occidental[editar | editar código]
Interior[editar | editar código]
En 1751 se señala la presencia de cinco altares, sin especificar qué imagen se veneraba en ellos. La iglesia pertenecía a los franciscanos y la presencia de sólo cinco nos habla de la austeridad de la orden y quizá de la sencillez del interior del templo; el de 1767 amplía la información y nos indica la existencia de doce altares.
Los altares señalados en 1767 son los siguientes:
1. El altar mayor que lucía en 1754 perspectiva en cotense, de la Anunciata del Arcángel San Gabriel a María, que a decir del señor cura Casela estaba maltratada y “de bien vulgar pincel”, la cual se cambiaría por una talla, según planes del señor cura García Arellano, pero este murió éste antes de llevar a cabo sus planes. El cambio se realizó hasta que se construyó, alrededor de 1778, el colateral del altar mayor, costeado por la feligresía de Tacuba (tanto españoles como indígenas y algunas agrupaciones religiosas), en el cual se colocó una imagen de Nuestra Señora de la Anunciata, parte primordial del misterio de la Anunciación, imagen que fue traída a la Nueva España en 1576 después de haber sido mandada copiar del original, por San Francisco de Borja especialmente para México, perteneció a la Congregación de la Anunciata con sede en el citado Colegio. A la salida de los jesuitas de México y repartirse sus bienes, el señor cura Casela pidió a la Junta Real de Aplicaciones le fuese concedida la indicada imagen para rendirle culto en la iglesia de Tacuba, argumentando que la Congregación de la Anunciata había quedado extinguida por reales disposiciones, porque la advocación principal de Tacuba era la Anunciación y quizás en recuerdo de que fueron los naturales de la villa de Tacuba los que construyeron la primera iglesia jesuita que albergó a la Virgen de la Anunciata.
2. Altar de Nuestra Señora de Guadalupe en perspectiva, donde también se veneraba a la Purísima Concepción de María de talla, cuyo culto se dio con gran fervor a principios del siglo XVII en Sevilla de donde indudablemente pasó a la Nueva España. La imagen se guardaba en un nicho de cristales, vestida de persiana, ostentaba corona y media luna de plata, con unas pulseritas de perlas, dos tumbaguitas (anillos) de oro, seis de plata, unos zarcillos (pendientes) con esmeraldas y una joyita pequeña. En el mismo altar, en su parte superior, existían dos nichos pequeños que albergaban las reliquias de los santos mártires y la de San Benigno, dejadas en la iglesia por los franciscanos.
3. Altar del Santo Cristo.
4. Altar de san Pedro, esta devoción era de los cultos más antiguos y de gran importancia en el mensaje evangélico al ser san Pedro uno de los pilares de la iglesia, la piedra sobre la que fue construida.
5. Altar de Nuestra Señora de los Dolores, su imagen estaba colocada en un nicho de cristales finos. La indumentaria de la virgen consistía en un vestido de lustrina encarnada (tela de seda tejida en oro y plata), un manto azul, un resplandor, una daga y alhajada con un ahogador (gargantilla) de oro con siete eslabones, cada uno con seis esmeraldas y orlado con 30 perlas gordas, más un hilo de 90 perlas, pulseras de perlas finas con 20 hilos cada una, unos zarcillos de oro con seis piedras, una cruz de oro sobre el vestido y ocho ofrendas también de oro y, por último, ocho ojos de plata. Además de esta alhajas tenía guardadas otras más, a los pies de la imagen y dentro del mismo nicho estaban ocho candeleros y una cruz de cristal.
6. Altar de San Nicolás Tolentino, al parecer este culto era de los más antiguos en Tacuba. En el mismo altar estaba colocada una cruz de Jerusalén y se ubicaba frente al altar de la Virgen de los Dolores.
7. Altar de san Francisco, fue puesto por el señor cura don Gabriel García de Arellano a raíz de la secularización de la parroquia, en él había además un lienzo de san Miguel y una cruz de Jerusalén. Parece que este altar se ubicaba enfrente de la puerta, orientada al norte, que se abrió al cambiar la planta de la iglesia.
8. Altar de Jesús Nazareno perteneciente al barrio de Santa María Atlahuco.
9. Altar de san Onofre, el culto de este santo se inició a partir de la secularización al ser donada su imagen por don Gerónimo de Dorantes. En este altar además se encontraba un san Pedro proveniente del barrio de San Pedro Xalla, posiblemente por no tener mayordomo que sustentara su culto; también se hallaban en él las imágenes de san José y la Virgen María que se utilizaban en el nacimiento de Jesús y, por último, una cruz de Jerusalén en madera.
10. Altar de Nuestra Señora de la Soledad.
11. Altar en perspectiva de Nuestra Señora Santa Ana donado por un bienhechor, en él se localizaba una urna con Nuestra Señora del Tránsito.
12. Altar del señor san José, posiblemente su culto se inició con la llegada del señor cura Casela, quien mandó hacer una escultura de tamaño natural del santo que costeó al igual que su nicho de cristal y el altar donde además colocó un pequeño crucifijo. El altar estaba ubicado en uno de los cruceros y en este mismo sitio yacía la urna del Santo Entierro.[2]