Entrada de Francisco I. Madero a la Ciudad de México y Terremoto de 7.8 grados

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La Entrada de Francisco I. Madero a la Ciudad de México fue en hecho histórico precedido por un temblor de 7.8 grados el 7 de Junio de 1911. Sin duda forma parte de la cadena de los 49 Acontecimientos Inolvidables en la Ciudad de México, pues ni el temblor pudo opacar el júbilo que la población sentía por la llegada de este revolucionario.

Datos

Época

Entrada Triunfante Francisco I.Madero

Entrada Triunfante Francisco I.Madero



Historia[editar | editar código]

El 7 de mayo de 1911, Porfirio Díaz había hecho público un manifiesto en el que declaraba que todavía no había llegado la hora de abandonar el poder. Pero las exigencias revolucionarias eran claras, empezando por la petición de las renuncias de los supuestos ganadores de la elección del año anterior. Su avance se perpetraba ya no solo desde el norte, sino que la toma de Cuautla (Morelos) por los zapatistas imponía un cerco mortífero a Ciudad de México. El 21, los Tratados de Ciudad Juárez dejaban claro el armisticio a favor de la revolución y tres días después iniciaron las manifestaciones frente a la Cámara de Diputados de la capital y en la propia casa de Díaz, quien tuvo que renunciar el 25 de ese mes y luego se embarcó rumbo a Europa. Después de medio año de lucha había triunfado la revolución.

La multitud se agolpó frente a la estación Colonia de la capital (por el actual Monumento a la Madre), donde verían pasar al futuro presidente del país. Se convocaría a nuevas elecciones y se preparaba ya el ingreso triunfante de Madero a la ciudad para el jueves 7 de junio, de manera que esta sería la primera de varias entradas de diferentes sectores revolucionarios victoriosos a la capital. El evento era parte de la segunda campaña maderista.[1]

Temblor del 7 de Junio de 1911[editar | editar código]

El jueves 7 de junio de 1911 a las 4:26 de la mañana se sintió en la ciudad de México y una extensa zona de la República Mexicana un temblor oscilatorio que hizo caer casas, muros y columnas. La gente salía despavorida de sus casas, gritando y rezando, invocando al ser supremo para salvaguardar las vidas. El movimiento telúrico fue tan violento que se suspendió el servicio de luz eléctrica; se rompieron las cañerías de agua potable, se levantaron los rieles de los tranvías y hubo varios incendios.

Para desgracia de algunos soldados que habían logrado sobrevivir a la reciente rebelión maderista, el cuartel general de artillería, localizado en San Cosme, se vino abajo por completo y sepultó a buena parte de la tropa. Lo que no habían hecho los cañones revolucionarios, lo hacía la naturaleza caprichosamente.

Pese a la gravedad del terremoto, cuando amaneció y se hizo un recuento general de los daños, buena parte de la población de la ciudad de México dio por terminado el problema y desde las 8 de la mañana, el ánimo colectivo volvió a volcarse sobre el tema del día: la llegada de Madero.

Así, fue posible ver a los vecinos de las distintas colonias afectadas, aquellos que no habían sufrido más que tremendo susto, barriendo su pedazo de calle, levantando escombros y arreglando sus fachadas con banderas que saludaban a Madero o cubriendo las ventanas rotas con banderas tricolores.[2]

Los titulares del periódico El Imparcial del 8 de junio expresaron: “El formidable temblor que sacudió ayer a la ciudad no ha tenido precedente”; “Las víctimas se cuentan por centenares en la República”. La lista de muertos era interminable y el número de personas seriamente heridas se ignoraba. Debajo de esta perturbadora noticia aparecía otro encabezado: “Ayer fue para la capital un día de jubiloso regocijo patriótico”. En una forma que muchos calificarían de simbólica, un temblor oscilatorio derrumbó casas, muros y columnas. La gente salía de sus viviendas gritando y suplicando al cielo; se suspendió el servicio de luz eléctrica, se rompieron las cañerías, se levantaron los rieles de los tranvías y hubo varios incendios.[1]

El sismo tuvo una magnitud de 7.8 grados y tuvo su epicentro en la costa de Michoacán. Además dejó, según señalan los registros, 40 víctimas mortales, al desplomarse el Regimiento de Artillería en Rivera de San Cosme. El terremoto de Madero provocó daños importantes en el altar de la iglesia de San Pablo, grietas en las calles en donde se flexionaron los rieles del tranvía. También un total de 250 casas quedaros destruidas, la mayoría en Santa María la Ribera.[3]

Llegada de Madero al Zócalo[editar | editar código]

La llegada de Madero se esperaba a las 10 de la mañana, pero el ferrocarril que traía al jefe de la revolución triunfante llegó a los andenes de la estación Colonia hasta cerca de las 12.30 del día, la gente ya se agolpaba ansiosa para ver a su nuevo líder. Venía asomado por la barandilla trasera del vagón, sencillo y de civil con su “traje oscuro y sombrero de bola”, en palabras de El Imparcial. Más de cien mil personas aclamaron al pequeño y enérgico gigante acompañado por su esposa, padres y hermanos. Era tan grande la multitud, que el tránsito de la estación a Palacio Nacional llevó más de dos horas, pues todos querían ver de cerca a quien había terminado con un régimen de treinta años que nada ni nadie parecía poder derrumbar. Por donde pasaba se oían aplausos, repique de campanas –incluso en la catedral– y cohetes. Los vivas a Madero se escuchaban por doquier.

Una rima que empezó a circular no podía ser más elocuente: “El día que Madero llegó/hasta la tierra tembló”. ¿Fue un presagio de la triste suerte que correría el entonces victorioso y admirado Madero? Desde luego, seguramente muy pocos imaginaron en esa fecha de alegría lo poco que se mantendría en el poder. Su misma honestidad y confianza en la vida cívica y el respeto le harían fiarse de quienes lo traicionaron. Pero ese día nada parecía empañar la sensación de triunfo, de inicio fresco de una nueva etapa, mejor y más justa para el país.

El recorrido obligado que hizo el líder en un carruaje tirado por cuatro caballos y seguido por un séquito de trescientos charros, incluía la calle de Plateros –hoy precisamente Francisco I. Madero–, hermosa y llena de tiendas, restaurantes y cafés de lujo, tanto así que el poeta Manuel Gutiérrez Nájera bautizó a ese elegante sector de la capital el “París de las Américas”. En esa vía se encontraban el Cinematógrafo Lumière, el Jockey Club y varios escenarios tan cosmopolitas y encantadores como para ser frecuentados por la duquesa del Duque Job, es decir, por la sociedad porfiriana que veía nacer, entre el azoro y la incertidumbre, una etapa distinta a lo que había conocido hasta entonces.[1]

Referencias[editar | editar código]


  1. 1,0 1,1 1,2 Tomado de: https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/recuerdos-del-zocalo-la-entrada-de-francisco-i-madero-ciudad-de-mexico-7-de-junio Fecha de consulta 07/05/2020
  2. Tomado de: http://www.wikimexico.com/articulo/hasta-la-tierra-temblo-la-entrada-de-madero-a-la-capital
  3. Tomado de: https://www.mexicodesconocido.com.mx/cuando-madero-entro-a-la-ciudad-de-mexico-y-temblo.html Fecha de consulta 07/05/2020.