El Toreo de la Condesa (1907-1946)
Datos
El Toreo de la Condesa es uno de los 49 Inmuebles demolidos más recordados de la Ciudad de México. Estaba localizado en las calles de Durango y Salamanca, donde actualmente se ubica el Palacio de Hierro, dentro de la Colonia Roma Norte, de la Alcaldía Cuauhtémoc. El contratista, hacendado e importador Óscar Braniff fue el encargado del proyecto y mandó traer, desde Bélgica, las piezas que sirvieron para construirlo. Fue inaugurado en 1907 y allí tuvieron lugar grandes corridas con toreros de la talla de Rodolfo Gaona, «El Califa de León»; «Manolete», Ignacio Sánchez Mejías, Vicente Segura y David Silveti. Finalmente, en 1946, el Toreo fue trasladado, piedra por piedra, a Cuatro Caminos.[1]
Historia[editar | editar código]
Siglo XX[editar | editar código]
En 1906 un grupo de entusiastas taurófilos formaron la Nueva Empresa El Toreo S.A. para llevar a cabo la construcción de la que según ellos sería “la mejor plaza del mundo”. La junta directiva estaba encabezada por Manuel Fernández del Castillo y Mier, contaba además con tres vocales, un tesorero, secretario y administrador; el capital social ascendía a 500 mil pesos. El lugar seleccionado para levantar ese nuevo coso taurino fue la manzana número 48 de la naciente colonia Condesa de la cual tomó su apellido; al tener vista por los cuatro costados, el inmueble que se levantaría en una superficie de 18 mil 245 metros cuadrados sería reconocido fácilmente.[2]
Esta obra fue encargada al ingeniero Alberto Robles Gil, autor y director del proyecto. La estructura de hierro, contratada con Oscar Braniff, fue traída de Bélgica, los pisos de las lumbreras y del tendido se hicieron en cemento, el redondel contaba con 45 metros de diámetro y el clásico callejón mostraba dos metros de ancho. La plaza de toros fue diseñada para alojar a 23 mil espectadores y su costo total, incluyendo el terreno, alcanzó la cifra de 600 mil pesos. El Toreo de la Condesa se inauguró el 22 de septiembre de 1907 y presentó el siguiente cartel: Manuel González Rerre y Agustín Velasco Bombita, toreros español y mexicano, respectivamente, quienes lidiaron cuatro toros de la ganadería de Tepeyahualco. Seguramente si usted es un aficionado de corazón estos nombres no le dicen nada, en cambio si mencionamos a Rodolfo Gaona, Juan Silveti, Juan Belmonte, Carmelo Pérez, Fermín Espinosa, Jesús Solórzano, Alberto Balderas, Lorenzo Garza, Silverio Pérez, Manuel Rodríguez, Carlos Arruza, Alfonso Ramírez, entre muchos otros que mostraron ahí su arte y valor, estará de acuerdo en que esta plaza llenó una de las épocas más brillantes del toreo en nuestro país.[2]
El primer cartel fue: el español Manuel González Rerre y el mexicano Agustín Velasco Bombita y el primer toro que salió a ruedo fue Barrilito.
La última corrida que se llevó a cabo en el Toreo Condesa fue el domingo 19 de mayo de 1946. Ese mismo año el lugar fue vendido y se desmanteló para ser trasladada íntegramente a Cuatro Caminos.
Arquitectura[editar | editar código]
Esta plaza de toros parecía sería la mejor plaza del mundo y contaba con 18,425 metros cuadrados, estructura completamente de hierro y acero, redondel de 45 metros de diámetro y callejón de dos metros de ancho. Tenía tres filas de barreras con entradas especiales y 16 filas de rendidos separados por un pasillo y una serie de palcos partiendo dos metros hacia arriba a partir de la última grada de cuatro asientos cada uno, estas obras fueron dirigidas por el ingeniero Alberto Robles Gil. Un dato importante es que la estructura de hierro fue importada desde Bélgica. La plaza tenía una capacidad para 23 mil espectadores y al inicio las entradas costaban 25 centavos en sol y no más de un peso en sombra.[3]
Corridas Relevantes[editar | editar código]
Eventos Memorables[editar | editar código]
Anécdotas Memorables[editar | editar código]
Una de las historias que sucedieron en este lugar fue cuando el general Álvaro Obregón había perdido en una batalla su brazo derecho y en una corrida de toros tuvo como invitado en su barrera de primera fila al escritor español Ramón del Valle-Inclán quién no tenía la mano izquierda y se dice que el escritor le propuso a Obregón: “Présteme su mano izquierda, señor presidente, para poder aplaudir!”.[3]