Colonia Olivar del Conde Primera Sección
La Colonia Olivar del Conde Primera Sección es una colonia dentro de la Alcaldía Álvaro Obregón en la Ciudad de México. La Colonia colinda con la Colonia Hogar y Redención, Colonia Preconcreto, Colonia Barrio Norte, Colonia Barrio Alfalfar y con la Colonia Molino de Rosas. La Colonia Olivar del Conde a mediados del siglo XX, entre 1940 y 1960, se convirtió en un asentamiento de parte de la clase proletaria de la Ciudad de México. Por aquel entonces el terreno contenía numerosas minas, creadas tiempo atrás para la extracción de arena, tezontle y grava, que se utilizaban como materiales de construcción. Aunque varias de las minas se rellenaron al empezar a urbanizarse la zona, algunas se conservan bajo los edificios.[1]
Historia[editar | editar código]
Siglo XVI - XVII[editar | editar código]
En el Siglo XVI Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortez, inició la conformación del Olivar. Su parentesco con Cortez y los servicios brindados le sirvieron para que le fueran otorgadas el 31 de julio de 1528 dos avanzadas de tierra para árboles y viñas entre Tacubaya y Coyoacán, tierras que un año después pasaron a ser parte del llamado Marquesado del Valle. En 1616 por merced del Rey Felipe III le otorgaron a su hijo Fernando el título de Conde de Santiago de Calimaya por lo que desde entonces las tierras se conocieron como “Olivar del Conde”. En los años venideros los Altamirano fueron anexándose más tierras hasta convertirla en una hacienda de considerable extensión.
Sus principales actividades fueron la cría de ganado y la siembra de frutos mediterráneos entre ellos el árbol de Olivo el cual le daría su nombre. El olivo fue traído por Fray Martín de Valencia en 1524 con el fin de tener aceite de oliva para los actos litúrgicos. Al sembrar los olivos en la hacienda de los Altamirano, prácticamente se convirtieron en un vergel, pues además tenía sembradíos de trigo, maíz y una gran cantidad de árboles frutales pero los olivos ocuparon un lugar preponderante.
La prosperidad de la Familia Altamirano fue acompañada con la adquisición de fincas urbanas y de casas en la Ciudad de México, como el conocido ahora Palacio de los condes de Santiago y Calimaya (Museo de la Ciudad de México), y la acumulación de tierras. Esta situación ocasionó el descuido de sus bienes y al igual que otros hacendados decidieron arrendar sus tierras para obtener dinero seguro y rápido. Sin embargo los numerosos personajes que arrendaron las tierras de El Olivar no tuvieron el cuidado de conservar la productividad ni los recursos naturales de la hacienda.[2]
Siglo XVIII[editar | editar código]
En 1723 los propietarios de la hacienda de El Olivar fueron Juan y Ana, hijos de Nicolás Altamirano encontrándose entonces completamente abandonadas las tierras de El Olivar. Thomas de Olarte, natural de Nueva Galicia y dueño de la hacienda de Santa María Nonoalco arrendo la parte de El Olivar donde se encontraban los árboles frutales, los rosales, los sembradíos de trigo y maíz y la zona de los olivos. En la parte restante de El Olivar estaban las tierras que llegaban a la loma de Tacubaya la cual fue arrendada por nueve años a Diego Sáenz Manzo. Ante el abandono de las tierras Manzo hizo un convenio con los propietarios para no pagar el arrendamiento de los primeros años mientras realizaba las mejoras necesarias para impulsarlo, pero pasados cuatro años no se había efectuado obra alguna y constatando que además se habían talado la totalidad de los árboles frutales y los 450 olivos cuya leña fue vendida a los indios, al obraje de Mixcoac y al molino de pólvora.[3]
Siglo XIX[editar | editar código]
En 1804 el agua había pasado la factura a las tierras de El Olivar. Su arrendatario en turno Manuel Labastida se quejaba de la escases del agua del río Mixcoac de la cual había disfrutado por más de 200 años. En 1826 desaparecieron los títulos nobiliarios y en 1829 con la expulsión de los españoles y la consecuente fuga de capital cambió el panorama económico. En la mayoría de las huertas, haciendas y terrenos iniciaron procesos de desincorporación y otras fueron víctimas de robo, saqueos e invasiones. El Olivar no escapó de ello. En la primera mitad del siglo XIX los propietarios de El Olivar sólo lo usaban como finca de descanso.
En 1840 de la hacienda de El Olivar solo quedaban pocas habitaciones en pie y en buen estado pues prácticamente estaba en ruinas. En 1856 parte de El Olivar fue vendida a Enrique M. Bleade y a Juan Prantl quienes un año después formaron la compañía “Julio Michaud y Juan Bueron” con el objeto de conformar una colonia. La parte izquierda de la hacienda se fraccionó en lotes. Un socio de ellos, el arquitecto Juan L. Bueron recibiría 13% por las obras de construcción y la compañía no se disolvería hasta que se construyera un mínimo de 50 casas. Bleade y Bueron hicieron el trazado de las primeras manzanas, los espacios para escuela, mercado e iglesia.
En 1858 Beale compró a Justo de la Lama en 35 mil pesos la parte más importante de El Olivar: la Tabla de Sacramento. De la lama conservó otra parte de igual calidad: la Tabla de Huachinango. La tabla de Sacramento eran terrenos planos donde se ubica actualmente el módulo de la Red de Transporte de Pasajeros en la calle Girardón, y todo el barrio de Santa María Nonoalco hasta el Periférico. La Tabla de Huachinango fueron los terrenos que ocupa actualmente el panteón Guadalupe, la bodega Aurrerá y donde estuvieron las minas de arena detrás del panteón.
En 1889, Manuel Ángel Velasco compró la hacienda del Olivar del Conde quien al morir en 1895 dejo como herederos a sus cuatro hijas: Carmen Velasco de Arévalo, Carolina Velasco viuda de Gutiérrez, Amparo Velasco de Centeno y Eloisa Velasco, a sus sobrinos Guadalupe y Enrique Velasco y Díaz y a su esposa María de Jesús Romero, la cual sólo se distribuyó en papel, pues la propiedad siguió en manos de toda la familia. Antes de fraccionarse las 35 hectáreas de la hacienda del Olivar del Conde, falleció la señora María de Jesús Romero viuda de Velasco dejando a los mismos herederos en partes iguales.[3]
Siglo XX[editar | editar código]
En 1908 Carmen Velasco de Arévalo cedió a su hermana Amparo Velasco los derechos de copropiedad sobre la hacienda del Olivar que le pertenecían como precio de venta la cantidad de seis mil pesos. En 1926 Amparo Velasco viuda de Centeno, de 46 años, también cedió los derechos de copropiedad a su hermana Carolina Velasco Viuda de Gutiérrez amparando más de 235 mil metros cuadrados de la loma del Olivar del Conde. En 1928 se presentó la reestructuración administrativa donde surge el Departamento del Distrito Federal y se delimitan las nuevas delegaciones; para entonces las tierras de la hacienda ya se encontraban casi en el abandono, pues sólo habían algunos plantíos de maguey, maíz y alfalfa. Ante la impotencia de los dueños, hacia 1935 la loma del Olivar fue paulatinamente ocupada por paracaidistas con líderes que invitaban a la gente a ocupar lotes mediante pagos personales a cuenta del costo total, propiciándose grandes fraudes.
En 1940 los terrenos del Olivar del Conde presentaban grandes zonas invadidas por gente que vivía en condiciones precarias por carecer los mínimos servicios y comodidades. Suelo sin pavimentar, sin alumbrado público, drenaje o agua potable. A fin de lograr mejores beneficios, hicieron patente la intención de comprar los terrenos a los dueños de la hacienda, por lo que surgieron algunos líderes o representantes que aprovechándose de las necesidades de la gente cometieron infinidad de abusos.
En 1943 Carolina Velasco Viuda de Gutiérrez y Dolores Marín viuda de Quintana iniciaron la venta de 243,000 metros cuadrados de la loma de El Olivar, pero la venta se enfrentó a severos problemas de intermediación de supuestos líderes que manejaron a su antojo la asignación de lotes por medio del chantaje, amiguismo y solicitud de aporrtaciones “voluntarias”. Hacia 1945 surgió la figura de la maestra Guadalupe Salazar de Zamora, quien con la representación de la comunidad y el reconocimiento de los propietarios del Olivar, llevó a cabo la lotificación de la loma del Olivar para crear la primera y segunda sección de esa Colonia, hasta quedar integrada a la zona urbana de Mixcoac con la cercanía del Molino de Rosas y de Alfonso XIII.
Una vez consolidada la venta del Olivar, se integró en 1950 el Comité pro Mejoras de la Colonia Olivar del Conde, de la cual fue secretaria general, cuya representación fue avalada y reconocida por las propietarias de la hacienda. Para un mayor apoyo del gobierno, la líder inscribió su movimiento en la Federación de Colonias Proletarias del Partido Revolucionario Institucional, del cual poco después sería candidata a diputada suplente. La ocupación y venta de los terrenos del Olivar se realizó ante la fe del notario público número 98 del Distrito Federal Federico Pérez Gómez, fungiendo como testigos el Licenciado Raúl Zárate Machuca, delegado en Álvaro Obregón y Guillermo Colín Sánchez, Director de Regulación de la Propiedad. El resto de los terrenos de El Olivar fueron vendidos por Eloísa Velasco y sus sobrinos Guadalupe y Enrique Velasco y Díaz a finales de los años cincuenta.[1]
Análisis Urbano Arquitectónico[editar | editar código]
Lugares Emblemáticos[editar | editar código]
Arquitectura[editar | editar código]
Bares, Centros Nocturnos, Cantinas y Pulquerías[editar | editar código]
Iglesias, Templos, Parroquias, Capillas, Conventos[editar | editar código]
Fuentes[editar | editar código]
Monumentos Históricos[editar | editar código]
Museos[editar | editar código]
Parques[editar | editar código]
Restaurantes, Cafeterías y Fondas[editar | editar código]
Teatros[editar | editar código]
Familias Fundadoras[editar | editar código]
Familias de Varias Generaciones[editar | editar código]
Personajes Célebres[editar | editar código]
Personajes Inolvidables[editar | editar código]
Fiestas, Festivales y Ferias[editar | editar código]
Tradiciones y Costumbres[editar | editar código]
Mitos, Leyendas y Relatos[editar | editar código]
La leyenda del Conde de Olivares[editar | editar código]
Durante esos años en que comenzó la Colonia Olivar del Conde y debido a la poca población existente, se empezaron a suscitar algunas leyendas urbanas tales como "la aparición del conde” en la cual mencionan a este personaje que en un momento se cree fue el dueño de esas tierras, y el cual penaba por las noches dejándose ver aproximadamente entre las 12:00 y 1:00 a.m. llevando una trayectoria que iba de el límite de la colonia hasta una de las minas más grandes en ese entonces (1950-1965) cuando aún no había una urbanización en su totalidad y gran parte del territorio era terracería, cubierta de árboles, este se plantaba en un paisaje un tanto tenebroso, en ausencia de luz solo dejándose ver un tanto con el resplandor que emitía la luna, pasando el en su caballo a toda velocidad vigilando a la colonia. Y hace algunos años las señoras que en el origen de esta colonia bajaban a lavar al río aseguran que lo llegaron a ver... Y a sus casas llegaban sin aliento del susto tan grande que se habían llevado.[4]
La leyenda de la llorona[editar | editar código]
Existe otra relato el cual cita a una imagen ya un tanto conocida a la cual llamaban "La Llorona" esta leyenda trata desde tiempos coloniales, sin embargo no se sabe la causa real de su aparición, cabe mencionar las similitudes en el tiempo y el panorama que ocupa según los relatos para mostrarse ante la gente puesto que es citado en un ambiente solitario y con poca población de forma regular por las noches en puntos fijos como barrancas, ríos y/o prados abandonados con la icónica frase “¡Hay, mis hijos!”. Mucha gente testificó verla rondando en un horario que iba de la 1 a.m. a 3 a.m., relatando ver a una dama de vestimenta blanca muy bella de rostro y silueta con un estado de ánimo triste que los inducía a acompañarla, y de pronto así de la nada desaparecía, acercándolos a un precipicio por lo regular a barrancos o ríos.[4]
Academias[editar | editar código]
Auditorios[editar | editar código]
Barrios[editar | editar código]
Bibliotecas y Librerías[editar | editar código]
Calles[editar | editar código]
Centros Comerciales[editar | editar código]
Centros Culturales[editar | editar código]
Cines[editar | editar código]
Clubes Sociales y Deportivos[editar | editar código]
Embajadas y Consulados[editar | editar código]
Escuelas[editar | editar código]
Estaciones de Policía y Bomberos[editar | editar código]
Estaciones de Transporte: Metro y Autobuses[editar | editar código]
Fábricas[editar | editar código]
Galerías[editar | editar código]
Guarderías[editar | editar código]
Hospitales y Clínicas[editar | editar código]
Hoteles[editar | editar código]
Inmuebles Catalogados[editar | editar código]
Instalaciones Deportivas[editar | editar código]
Mercados y Tianguis[editar | editar código]
Murales[editar | editar código]
Oficinas de Correos[editar | editar código]
Oficinas Gubernamentales[editar | editar código]
Oficinas Privadas y Corporativos[editar | editar código]
Otros Establecimientos[editar | editar código]
Panteones[editar | editar código]
Penitenciarías y Centros de Readaptación[editar | editar código]
Recorridos de Interés[editar | editar código]
Tiendas de Autoservicio[editar | editar código]
Tiendas, Farmacias y Misceláneas[editar | editar código]
Talleres[editar | editar código]
Unidades Habitacionales[editar | editar código]
Bibliografía[editar | editar código]
Referencias[editar | editar código]
- ↑ 1,0 1,1 Tomado de: https://www.timeoutmexico.mx/ciudad-de-mexico/compras-estilo/mercado-olivar-del-conde
- ↑ Tomado de: https://www.facebook.com/elolivardelconde/posts/1189208027826732/
- ↑ 3,0 3,1 Tomada de: https://www.milenio.com/opinion/alfredo-villeda/fusilerias/linchamientos-olivar-del-conde-primera-llamada
- ↑ 4,0 4,1 Tomado de: https://mitosyleyendascr.com/mexico/la-llorona-mexico/